Mi Lugar Seguro 🔞

Capítulo Veintidós

                           Jason

Es sábado y me levanto temprano con una llamada de mi primo Justin. Me invita a desayunar con él y la sanguijuela de su mejor amiga. Ellos suelen frecuentar una cafetería donde venden unos ricos postres y unos grandiosos cafés. Acepto al instante, no tengo mucho que hacer y además tengo algunas semanas sin pasar tiempo con mi primo.

Mamá aún duerme cuando me voy, últimamente dormía demasiado, eso tampoco era bueno, solo demostraba que su ánimo estaba cada vez peor, entro a su habitación con cautela para no despertarla y dejo un beso en la cima su cabeza.

Conduzco a la cafetería en la que he quedado con Justin, en el estereo suena una canción de green day. De pronto viene a mi mente la rubia odiosa, no sé porqué pero pensaba mucho en ella últimamente. Pensé que luego de tenerla al fin lograría sacarla de mi cabeza, creía que lo que me atraía de ella era el hecho de que ella no parecía interesada en mi, incluso ahora que follabamos tampoco parecía flechada por mi como las demás chicas con las que había estado.

Pero la verdad es que ella me gusta mucho, me encanta besarla, sentirla contra mi, incluso me preocupo por ella, escuchar a Mónica preguntarle por su madre me hizo ver que al parecer las cosas no van bien, lo vi en su semblante cuando le respondió a Mónica, pareció haber dicho que su madre estaba bien como si ella misma quisiera creer que era así.

Quise abrazarla fuerte en ese momento y eso me asustó, yo nunca quería más contacto con ninguna chica fuera del que teníamos mientras follabamos. Pero cuando vi su semblante decaído no pude evitar tomar su mano y darle un apretón, ella pareció sorprendida, pero se recompuso y luego me devolvió el apretón como si me agradeciera.

Cuando llego a la cafetería, el olor dulzón de los postres invade mis fosas, no soy demasiado amante a los dulces, sin embargo los que venden aquí me hacen caer en la tentación.

No tardo en ver a Justin y a Jennifer, se reían de algo que decía Jen. Justin fue el primero en verme se puso de pie para saludarme con un choque de puños, la sanguijuela sólo se limitó a mirarme con desdén, así era como nos llevábamos siempre.

Pido un café con leche y croissant. Este lugar es bastante sencillo, sin embargo es bastante acojedor, tengo entendido que es un negocio familiar que ha pasado de generación en generación.

Comemos, hablamos un poco de trivialidades, Jen cómo siempre no pierde tiempo para hacer comentarios sobre mi vida sexual y lo promiscuo que soy, según ella. No era un santo, eso lo sabía, pero tanto como creer que era un promiscuo ya era demasiado.

Además después que había follado con Carla, no había estado con nadie más. Y no porque faltaran las invitaciones, de hecho Candy me había llamado ayer en la noche para quedar y la había rechazado. En otro momento había follado con ella como un salvaje, pero simplemente no quería estar con ella. Solo quería estar dentro de una rubia odiosa que vestía como si iba a la semana de la moda y tenía un ego más grande que esta cafetería.

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Después de desayunar y dejar a Jen en su casa, Justin y yo vinimos a su casa, él quería pasar todo el día conmigo y hablar de cosas importantes, Justin es mi mejor amigo, me siento cómodo hablando con él sobre cualquier cosa. A él también le pasaba lo mismo, más que primos, somos como hermanos y sé que puedo contar con él para lo que sea.

Después de saludar a mis tíos que están en el estudio preparando la defensa de un caso, ya que eran importantes abogados. Justin y yo nos ponemos ropa cómoda y salimos al patio trasero donde Justin tiene una cancha de baloncesto que usamos desde que somos unos críos.

Nos gustaba hacer algunos lanzamientos.

—¿Que te parece si el primero que llegue a Veintiún puntos gana? —dice Justin dándole vueltas a la pelota sobre su dedo índice 

—De acuerdo.

Empezamos a jugar y yo trato de bloquearlo para que no pueda llegar a la canasta, el hace algunos movimientos rápidos pero logro defenderlo bien, entonces deja de intentar llegar a la canasta, hace un lanzamiento largo y encesta tras la línea de tres punto, el bastardo es muy bueno en esto.

—Creo que ya sabemos quién será el ganador.
—dice regodeandoce en el tiro que acaba de hacer.

—El juego no se acaba hasta que se termina, así que deja de alardear y ven por mi.

Como era de esperarse, Justin es quien gana. Es muy bueno en eso y además mi ánimo no es el mejor. Por alguna razón desde ayer no dejo de pensar en Carla, en lo triste que la vi y en lo poco que parecía estar durmiendo. Imaginarla sufriendo por su mamá me caló muy hondo porque aunque no se nada de su situación familiar, se que si a nuestra madre algo la lástima, pues eso también nos lastima a nosotros.

Después de que Justin gana y se ría en mi cara de mi racha perdedora, tomamos una ducha y me pongo ropa cómoda. Normalmente siempre dejo ropa en casa de mi primo, pues duermo aquí a menudo.

—¿Que te parece si jugamos video juegos un rato? —me pregunta.

—Me parece bien, creo que es mi momento de vengarme de que siempre me ganes en el baloncesto.
—digo porque ciertamente en los video juegos siempre le pateo el trasero.

Después de varias partidas del juego de NBA, pauso la partida porque mi celular suena. Voy hacia la mesita de noche donde lo puse y veo que es Candy, no contesto, ya sé para que está llamando y no tengo ánimos.

—¿Está todo bien? —me pregunta Justin.

—Si, solo era Candy, últimamente se ha vuelto muy intensa.

—¿Y no piensas atender?

—No, seguro quiere que vaya a su residencia para follar.

—¿Y no piensas ir?

—No, estoy aquí contigo.

—Si, claro, ¿que te pasa? Tu nunca dices que no a tener sexo.

—Me haces ver como un promiscuo, es solo que hoy no estoy de ánimos.

—¿Que no me estás contando?

—Deja de jugar al detective, no te oculto nada, solo no estoy de ánimos.

Justin me mira con los ojos entrecerrados como sino creyera lo que le digo. Pero es cierto, no estoy de ánimos para salir, o por los menos no con Candy. Mi mente no deja de pensar en una rubia de ojos azules a la que he descubierto que me gusta besar, follar y a la que por lo visto últimamente se me hacía imposible dejar de pensar.

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