Capítulo Treinta Y Cinco

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                             Carla

Me desperté porque sentí algo pegado a mi, ese algo desprendia mucho calor y además se sentía algo ¿duro?, abrí bien los ojos y miré tras de mí. Era Jason, dormía plácidamente muy pegado a mi, tanto que podía sentir su errección mañanera contra mi culo. Recordé que le había pedido que se quedara a dormir, pero no recuerdo cuando me dormí. Tenía su respiración acompasada y se veía tranquilo, sonreí al verlo, nunca había dormido con nadie en mi cama, pero había dormido muy bien a su lado.

Ya no podía negar que lo quería, me preocupaba por él y se sintió muy bien que viniera a verme a mi cuando se sintió mal. Me dejaba ver que confiaba en mi.

Intenté salir de su agarre mortal sin despertarlo, tomé su mano que rodeaba mi cintura y la puse con cuidado sobre una almohada. Me puse mis pantuflas y salí de la habitación para preparar el desayuno. Madison estaba en la cocina preparando café, tenía una de esas pijamas con estampado de animales, este era de aves, Madison era la fan número uno del café y de las pijamas raras y poco sexys.

—Buenos días.

—Buenos días, quería decirte que mi... amigo se quedó a dormir ¿no te molesta verdad?

—No, esta también es tu casa.

—Cierto, pero debí decirte, es solo que él no estaba bien y le dije que podía quedarse.

—No tienes que darme explicaciones.

—En fin le haré el desayuno para cuando se levante.

—De acuerdo. —dice mirándome con ojos entrecerrados.

—¿Por qué me miras así?

—Creo que ya llevas mejor el hecho de que estás enamorada del chico.

—Yo no...

—Tu nunca traes nadie a casa, no te sueles preocupar mucho por cualquier persona y estás aquí, preparandole el desayuno y con un brillo muy bonito en los ojos ¿en serio crees que no estás enamorada? Hasta yo que no soy la más experta lo sé. Ver películas románticas ayuda.

—Bueno... Supongo que tal vez si siento muchas cosas por él.

—¿Supones?

—Bueno, no supongo en realidad... Siento muchas cosas por él, siento tantas que me asustan.

—Supongo que es normal tener miedo a lo desconocido, pero no tiene porque salir mal, todas las relaciones no son iguales.

Asiento sin decir más.

Madison se sienta en las sillas altas del mesón para tomar su taza de café, mientras yo le preparo el desayuno a Jason, decido hacerle tostadas con huevo y tocino, sirvo en un vaso un poco de jugo de naranja y en una taza un poco de café negro con solo una cucharada de azúcar.

Pienso llevárselo a la cama, pero un carraspeo nos avisa a Madison y a mi que no estamos solas. Jason tiene una cara de recién levantado, el cabello algo despeinado y una sonrisa tímida, algo raro en él.

—Eh, Buenos días. —dice algo tenso, sé que está así porque Madison está aquí, seguro piensa que molesta.

—Buenos días. —respondemos Maddie y yo al unísono.

Él me sonríe y el corazón se me calienta, no es una sonrisa burlona o lobuna, es una sonrisa genuina de esas que te hacen brillar los ojos.

Jason extiende su mano y se acerca a Madison para saludarla.

—Hola, soy Jason, lamento invadir tu apartamento.

—Soy Madison y no invades nada, Carla te dejó pasar y este también es su apartamento.

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