Capítulo Cuarenta Y Uno

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                              Carla

Matthew viene por mi y no pregunta nada cuando me subo a su auto, ni en todo el camino al apartamento. Me la paso llorando mientras miro por la ventana, ha empezado a llover un poco y las gotas de lluvia se deslizan por el cristal.

¿Como una noche que empezó tan bien terminó tan mal?

Siento muchas cosas. Decepción, tristeza, rabia. Estoy enojada conmigo misma por haber dejado entrar a Jason en mi vida, por darle el poder de lastimarme. Estoy enojada porque terminé enamorada de alguien que a la menor oportunidad se deshizo de mi y que piensa que el hecho de haber estado conmigo no fue más que una distracción.

Entiendo que su madre está mal, que él se siente culpable por no haber estado para ella, pero yo solo quería estar para él. Abrazarlo y contenerlo. No merecía ser tratada como basura.

Salgo de mi trance cuando Matthew me avisa que hemos llegado, él está estacionado fuera del edificio de apartamentos donde vivo.

—¿Estarás bien? —me pregunta con cautela.

—Lo estaré.

—De acuerdo, supongo que tu y Maddie tienen mucho de que hablar, así que me iré.

Asiento.

—Gracias por ir por mi.

—No tienes que agradecerlo, somos amigos.

Asiento de nuevo y salgo del auto. Él se queda ahí hasta que entro al edificio, camino abrazada a mi misma y siento mis ojos arder por lo tanto que he llorado. El portero me mira preocupado y me pregunta si estoy bien, le digo que si aunque sea mentira y subo al ascensor. Necesito llegar al apartamento.

Cuando llego Maddie está sentada de piernas cruzadas viendo una serie. Cuando sus ojos se fijan en mi, se pone de pie muy rápido y se acerca a mi. No pregunta nada, creo que mi aspecto le deja ver que no estoy bien, así que ella me abraza muy fuerte y yo termino de romperme.

No soy de las que llora con facilidad y no me dejo afectar por cualquier situación. Pero la persona que amo acaba de patearme el corazón. Ni siquiera lo dudó, ni siquiera se planteó el hecho de retractarse. Él sólo me dijo que me fuera y me dijo que no debió estar jugando al noviesito conmigo. Como si lo que vivimos no hubiera tenido importancia para él.

Madison y yo caminamos hasta el sofá ella se sienta primero y yo pongo mi cabeza en su regazo, mientras ella me acaricia el cabello, dejo salir mis lágrimas. Nunca me había sentido tan estúpida y nunca me había dolido tanto algo.

Maddie no dice nada, solo me deja llorar y me acaricia el cabello, hoy no quiero hablar más del tema, quiero llorar todo lo que necesito. Porque mañana... Mañana me levantaré, me voy a maquillar, me pondré una ropa bonita y seguiré siendo yo. La Carla que siempre sonríe, que nada la agobia y que siempre está bien.

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El lunes había llegado rápido, había pasado un fin de semana de mierda, había llorado como jamás lo había hecho, me la pasé comiendo comida chatarra y viendo realities con Maddie quien trataba a toda costa de animarme. No lo había conseguido, pero le agradecía que lo intentara.

Cuando Madison obtuvo su primer corazón roto, yo estuve con ella, le presté mi hombro para llorar, vi películas cursis con ella, la escuché cuando quería desahogarse y también traté de subirle el ánimo. Ahora que yo obtenía mi primer corazón roto entiendo como ella pudo haberse sentido. Y dolía, dolía con un demonio.

Pero yo misma me había dicho que iba a llorar y luego me iba a recomponer. Así que me levanto, busco una ropa bonita, me maquillo y me digo a mi misma que ya es suficiente. Aun dolía, aun estaba enfadada, aun estaba decepcionada y aun rondaba mi mente la imagen de Jason pidiéndome que me fuera y diciendo que no quería jugar al noviesito. Pero no iba a dejar que nadie me derribara, ni siquiera Jason.

Madison hace el desayuno, comemos en silencio, luego nos subimos a su auto y ella conduce hasta la universidad sin encender el estéreo. Yo miro por la ventana del auto mientras ella me da miradas de soslayo cada tanto.

—Tranquila, ya me siento bien. —le digo para que deje de preocuparse.

—¿Segura?

—Si, no dejaré que nadie me rompa, ya lloré lo que tenía que llorar, ahora hay que seguir.

Cuando llegamos a la universidad cada una se va su respectiva clase, yo trato de poner mi máscara de que todo está bien, saludo animada a las personas que me saludan mientras camino, entre ellos Joshua un chico gay con estilo y camino segura por los pasillos. Como si no tuviera el corazón roto.

Llego a clase a tiempo, justo antes de que el profesor llegue. Él me saluda con un asentimiento y luego empieza la clase. Una clase a la que es imposible prestarle atención. Mi cabeza estaba en otro lado.

A la hora del almuerzo obvio evito ir a la cafetería de la universidad, así que me uno a mi mejor amiga y me voy a almorzar con ella y Matthew, quienes siempre almuerzan fuera de la universidad. Ellos me llevan  a un restaurante sencillo de comida mexicana que suelen frecuentar.

Pedimos algunos platos mexicanos y almorzamos entre nuestras quejas por los exámenes, los maestros insoportables y los chistes de Matthew. Debo admitir que la comida es muy buena y obviamente la compañía mejora todo.

Cuando voy saliendo del restaurante recibo una llamada de Mónica lo que me extraña un poco, así que contesto de inmediato.

—¿Que pasa?

—Bonita forma de contestar. —me dice y aunque no la veo, puedo imaginarla poniendo los ojos en blanco. —¿Que pasó tu y tu amado decidieron que querían almorzar solos de ahora en adelante y por eso ninguno almorzó conmigo y el tonto de mi hermano?
—escucho a Mason quejarse de que lo llamara tonto.

—Estoy almorzando con Madison y Matthew y no sé nada de Jason, él... Él y yo lo dejamos. —trato de sonar desinteresada.

—Ustedes dos son estúpidos.

—¿Por qué me dices estúpida?

—Por qué es obvio que ustedes tenían algo bueno, hay cosas que no se fingen.

—Te equivocas, no era nada importante, solo nos divertiamos.

—Si, dilo mucho hasta que tu misma te lo creas, mira no se lo que pasó entre ustedes, pero tienes la voz rota, no finjas que no te importa, lo haces muy mal.

Me quedo en silencio porque no se que decir, ella es quien lo rompe.

—Si alguien te importa, no te rindes a la primera.

—No fui yo quien se rindió. —ella se queda callada y luego de un rato vuelve a hablar.

—Pues que idiota. —es lo que dice.

No hablamos mucho más, nos despedimos  y de nuevo vuelvo a sentirme mal, me quedo pensando que si Jason no vino a la universidad es porque su madre sigue mal y no puedo evitar preocuparme, me imagino lo que él debe estar sintiéndo.

Y aunque él me haya lastimado, me apena saber que la persona que más ama no está bien. Y no puedo engañarme, Jason me importa demasiado, lo amo y solo quiero que toda esta situación con su madre mejore para que él pueda estar tranquilo.

De pronto me llega a la mente algo, tal vez yo no pueda ayudar a la mamá de Jason, pero conozco a alguien que sería de ayuda. Así que llamo a Jen para que me haga un favor.

Solo espero que esto funcione.

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