T R E S

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—¡Es hoy! ¡Es hoy! —hay brincos constantes en mi cama—. ¡Despierta, Evan! —me sacuden varias veces seguidas.

—¡Ya desperté! —quité las sábanas que traía encima y me encontré con una emocionada y sonriente Ava.

Aún traía puesta su pijama de mariposas y en manos llevaba su osito de felpa que tiene desde que es una bebé, por ello está un poco desgastado y con un ojo de botón en vez del normal. Su cabello negro con ligeros rizos en las puntas está hecho todo un desastre.

—¿Despertaste? —la emoción en su voz era más de la normal.

Bostezo pasando mi mano por mi cara, un intento vago de poder espabilar.

—¿Qué hora es?

—Las 08:54.

Fue eso lo que hizo que todo el sueño que traía desapareciera. Tomo a Ava entre mis brazos, quién ríe divertida de la improvisada carrera al baño. Papá vendría por ella en quien sabe cuántos minutos, ¡Y aún no se a lavado los dientes!

Después de diez minutos de quejas por parte de Ava de que mi pasta dental es muy «fuerte» y exigencias también de su parte de que quería su pasta dental para niños, la cual no tenía porque se le había terminado, se fue a arreglar con ayuda de la tía en el baño y en elegir su ropa.

Bajo las escaleras aún en pijamas y voy hacia la cocina donde tomo una tostada que reposa sobre el centro de la mesa, me sorprende un poco lo sola que está la casa, quizá el tío Peter se fue temprano hoy a hacer su guardia.

El timbre anunció la llegada de alguien.

—¡Voy! —grito desde la cocina con un pan tostado a medio comer.

Abrí la puerta estando frente a ella y del otro lado me dejó ver a Avan Ross.

Alias:

Mi papá.

A primera vista mi padre se puede ver intimidante: su altura, su sorprendente físico y esos ojos grises que a cualquiera congelaría, pero en realidad es un hombre... con sentimientos, por así decirlo. Al menos, conmigo y Ava. Siempre a sido un gran padre y después de todo lo que pasó con nuestra madre, se a vuelto más unido a nosotros. Lo único que nos separa ahora es su agotador trabajo, pero si no fuera por eso, papá volvería a pasar las veinticuatro siete con Ava y conmigo.

—¡Eh! —saludó con ánimo sonriendo y como a mi hermanita, se le marcó el hoyuelo el la mejilla derecha—. ¿Cómo está mi hijo capitán del equipo de Hockey? —entró para darme un fuerte abrazo.

El dicho de «Nunca juzgues a un libro por su portada» es el que le sienta bien a papá.

—Muy bien, este hijo tuyo es muy inteligente.

Pasamos a la sala de estar a esperar que bajaran Ava y la tía Vanessa.

—¿Cómo a estado el trabajo? —le pregunto luego de terminar de comer mi tostada.

Esas ojeras bajo sus ojos no daban buena pinta.

—Agotador. ¿Y tú? ¿Cómo van las clases?

—Todo bien —encojo los hombros.

—¿Y mi hermano? —pregunta buscando alrededor a alguien—. Necesito confirmar eso. No vaya a ser que me estés engañando y te estés yendo quien sabe a dónde con Aidan.

Me río rodando los ojos. A veces papá hace ese tipo de malas bromas que por alguna razón no pierde la costumbre de hacerlas.

—Creo que se fue temprano, no lo sé. Cuando desperté ya no estaba... Y, oye, hablando de tu hermano, ¿Podrías decirle que a un chico de diecisiete años no se le despierta con un toque de su arma eléctrica? ¿O un grito hasta hacerlo caer en el suelo?

Loco Enamorado [Loved #1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora