D I E C I S I E T E

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Bea

No quería separarme de Evan.

Es todo lo que quiero durante ese abrazo: no soltarlo y poder estar solo unos minutos más así de juntos porque me agradaba lo bien que se siente estar rodeada por sus brazos y con ese ligerísimo aroma que él emana. Mis brazos rodean el cuello de Evan y mi mejilla reposa sobre su hombro. Aún me sigue alzando de la cintura con la cabeza hundida en mi cuello, su respiración me causa cosquillas.

Me siento bien junto a él, como si fuera correcto y necesario. Y debo admitir que me gusta mucho estar así con él, pero claro, en algún momento teníamos que poner distancia por más que a mí no me gustara la idea. Y me agradaría la idea de poder decir que aunque no quería, tuve yo la iniciativa de alejarse, pero no, no fui yo.

Ni él.

Pensándolo bien, no rompimos nuestro abrazo por decisión propia, lo tuvimos que hacer porque alguien más interrumpió nuestro momento. Internamente tuve muchas quejas, por fuera solo me limité a alejarme de él para dar paso a la pequeña y adorable hermana de Evan: Ava, sonrío dándome cuenta que sus nombres son muy iguales, que tierno.

—¡Evan! —exclama Ava, acercándose a su hermano mayor corriendo y casi resbalandose en el hielo.

Como Ava es más pequeña, al momento de abrazarlo solo llega a un poco más arriba de sus rodillas. Evan entre risas la cargó en brazos, ella enreda sus bracitos alrededor de su cuello.

—Hola, enana, ¿Te gustó el juego?

Ella asintió emocionada varias veces.

—¡Estuviste increíble, Evan! —exclama su hermanita con la mirada iluminada.

—Muy increíble —digo, apoyando el punto de Ava.

Evan desvía su mirada grisácea de su hermana pequeña a mí y sonríe de lado. Ava comienza a decirle de lo bueno que estuvo el partido y Evan la oye atento, sonriendo. Yo solo estoy ahí, observandolos mientras hablan.

Los hermanos Ross tienen muchos rasgos que los hacen parecidos: la misma tonalidad pálida de la piel, el cabello negro azabache, aunque Ava tiene unos rizos en las puntas que Evan no, la misma nariz respingona y labios, además de los ojos rasgados, la gran diferencia es que Evan los tiene de un color gris ceniza y Ava marrón chocolate llenos de inocencia y ternura. Algo en lo que tienen un parecido parcial es en su sonrisa; la de ambos es muy bonita pero la diferencia es que cuando Evan sonríe, se le forman las arrugas bajo los ojos, cuando Ava lo hace, en su mejilla derecha se forma un bonito hoyuelo.

Es que estos dos fueron bastante agraciados con sus genes.

Me fijé también en la vestimenta de la pequeña Ross: una camiseta ancha y holgada del equipo de hockey donde juega su hermano, con los mismos colores y el número que lleva Evan en la suya, solo que la de ella ponía «A. Ross». Tenía el cabello en sueltas trenzas africanas y un par de mechones le caen sobre los lados de la cara.

Mientras Ava habla pude ver en los ojos de Evan un destello, él sonreía cada vez que ella lo hacía. Es bastante claro que Evan quiere muchísimo a su hermanita. Es algo que se nota en su mirada y en esa sonrisa.

—¡Esa antación estuvo genial! —río por lo bajo por su particular forma de decir «anotación»

—Me alegra que te haya gustado, enana —Evan vuelve a poner a Ava en el suelo con cuidado—. ¿Sabes? Personalmente te dedico esa anotación ganadora.

—¿En serio? —la mirada de Ava se ilumina de alegría.

—Claro que sí, enana. Por ser mi increible hermanita —él le guiña un ojo divertido, gesto que Ava intenta devolverle cerrando ambos ojos. Evan ríe y choca los cinco con ella, su mano siendo la más grande.

Loco Enamorado [Loved #1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora