Evan
Estrés. Molestia. Cansancio. Insomnio. Dolores tremendos de cabeza. Falta de hambre.
Fueron las cosas que me pasaron el resto de la semana. Y por ello, para hoy viernes no pude ir a clases porque estoy enfermo.
Odio estar enfermo.
Sentir los mareos cada vez que me levanto de la cama, no tener hambre y cuando puedo comer lo devuelva todo, que el olor dulce y de comida frita me hagan ir directo al baño, y lo peor: no poder dormir.
Normalmente suelo dormirme tarde porque tengo insomnio, pero ahora es peor que nunca. Estar enfermo lo empeoró y ahora en las noches tengo que tomar pastillas más fuertes de las que suelo tomar para poder conciliar el sueño temprano.
Pocas cosas buenas pasaron esta semana. Tanto en la escuela como en casa.
Primero empecemos con la escuela, que solo puedo definir la experiencia de esta semana con una sola palabra: horripilante. Los exámenes, pruebas y tareas. Todo era horrible. Mínimo en cada clase recibía tres tareas que debía entregar dos días después. Tenía que hacer presentaciones escolares y más. No soy tímido frente al público, mucho menos frente a mi clase porque los conozco desde cuatro años atrás, solo que no podía aprender nada por estar pensando en otras cosas.
¿Qué otras cosas?
Mamá y Bea.
Lo de mamá está con el tema de la casa: se va mañana y en serio no quiero que lo haga. Sé que es para su bien, pero aún así no quería.
Y eso me hizo sentirme como un egoísta y también como un idiota. Se supone que aún estamos pensando en todo, a ver si la podemos perdonar. Aún así, ella a estado muy al pendiente de mí desde que me empecé a sentir mal el miércoles y hoy viernes, vino a la casa, (nuestra vieja casa) y a estado muy atenta de mí desde que llegó esta mañana.
Volví a ser aquel pequeño Evan de ocho años que cuando pescaba un resfriado su mamá le hacía su clásica sopa de pollo y vegetales y que le recompensaba con una galleta si se la tomaba toda.
Es genial volver a esos recuerdos, a los felices, dónde está mi mamá y es genial tenerla aquí conmigo, con Ava y con papá. No quería perder eso. No cuando recién lo recuperé.
Pero no podía evitar que mamá se fuera.
Ella estaba decidida y no por volver a abandonarnos, si no porque quería estar sana y en todas sus facultades mentales para pasar tiempo con nosotros y así, tal vez, volver a ser una familia.
Mentiría si dijera que eso no me traía emocionado. Y no solo a mí, también a Ava y a papá.
Cambiando el tema, no solo no podía concentrarme en las presentaciones de la escuela por el tema de mamá, también estaba la «situación Bea»
Puede que sí me haya comportado otra vez como un imbécil con ella.
¿Puede?
Vale, sí, a pasado otra vez. Es algo que no hago a propósito, simplemente... mi lado gilipollas egoísta salía a la luz cuando la veía con ese chico, Remo.
De tan solo pensar me hace sentir mal, y no es justo, ni siquiera lo conozco como para tacharlo de idiota. El único idiota aquí soy yo.
Un idiota indeciso que le chorrean mocos de la nariz, que asco.
No puedo evitar comportarme así cuando la veo con él. Cuando están juntos Bea se ve feliz, sonriente. Ella siempre está riéndose con él y eso me hace sentir mal a mí.
Yo aún quiero eso que tiene él: hacerla sonreír, hacerla reír, hacerla... feliz.
Lo único que puedo hacerla sentir es frustración con todos mis repentinos cambios de humor.
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Loco Enamorado [Loved #1] ✅
Teen FictionC O M P L E T A Evan Ross sentía mucho hacia Beatríz Ferguson. Beatríz Ferguson... sí, lo veía como un amigo. Evan se creaba escenarios dónde imaginaba que era más que un amigo de Bea. Bea estaba rara con Evan. ¿Él? Totalmente enamorado, aterra...