Bea
Suaves.
Como desde hace un tiempo me los he venido imaginando, los labios de Evan se sienten suaves, al igual que un malvavisco. Al principio sentí como estuvo tenso de la sorpresa, pero luego me correspondió y llevó sus manos a mi cintura para atraerme más a él.
Sus labios se mueven sobre los míos llevando el ritmo de este ansioso y dulce beso. Mis manos hicieron un recorrido de sus hombros hasta enredarse detrás de su cuello y empezar a jugar con su sedoso cabello.
Las puntas de mis pies empiezan a doler por estar encima de ellas y, aún así, no me alejo. Evan sabe lo que hace, lo sabe muy bien. Sus labios con cada ansioso pero lento roce con los míos hacen que sienta más mariposas en el estómago de las que ya tenía.
Esto se siente bien, se siente correcto y creo que ambos lo sabemos. Evan me besa con una lentitud y cariño increíble, pero también están esos eventuales roces dónde va con un poco más de prisa y da un chupón a mi labio inferior.
Quiero creer que, por esa forma en la que me está besando, él quería esto tanto como yo.
Poco a poco mis pies fueron cediendo al igual que mi respiración, por lo que terminamos alejándonos. Éramos respiraciones agitadas y labios hinchados y rojizos. Evan apoya su frente de la mía sin apartar sus manos de mi cintura. Cuando abro los ojos, él aún tiene los suyos cerrados y un sonrojo que le llega hasta el cuello. Igual yo me siento así de sonrojada. Además de eso, su expresión no decía nada, estaba en blanco.
—Evan, yo... —no pude terminar lo que iba a decir, lo siguiente que hizo, creo que debí de imaginarmelo.
Da dos pasos de retroceso y recoge su mochila, antes de bajar de un salto de la plataforma, me ve sobre su hombro murmurando un «lo siento». Evan sale del auditorio sin volver a mirar atrás, dejando todos mis pensamientos y emociones revueltos.
—¿Qué hiciste, Beatríz? —me reclamo, resoplando y sentándome en el lugar donde estaba él antes, apoyando mi cabeza de una mano—. Claro que él no va a sentir nada por ti.
Tremendo error que he cometido. Claro que alguien como Evan no va a sentir nada por mí, por alguien tan... simple. Cubro mi rostro con mis manos, soltando un lamento. Idiota, idiota, idiota. Debí ignorar el impulso, debí irme, debí...
Debí de pensar en las consecuencias, debí pensar dos veces y no ser impulsiva. Lamentarse ahora no sirve porque todo queda en un simple «debí», aún así no puedo dejar de reprocharme, de regañarme a mí misma.
No debí besar a Evan, no debí haberme fijado en él. Solo no debí... haberme enamorado.
—¿Bea? —los pasos de Lyla se acercan a dónde estoy, empezando a odiar mi existencia estúpida—. ¿Qué haces aquí?
—La he liado, Ly, tremendamente —lamento aún con mis manos escondiendo mi rostro.
—¿De qué estás hablando? —Lyla me toma de las muñecas para alejarlas de mi cara—. Sabes que puedes contarme cualquier cosa, Bee.
—No quiero hablar de eso ahora, Lyla —ella asiente, suspirando, acomodándose también a mi lado.
—Oye, ¿Qué tal si hacemos una pijamada hoy en mi casa? —me sacude de los hombros±. Hace tanto no tenemos noche de chicas.
—Pero pensé que te estabas quedando con Andy —digo, recordando la noche anterior cuando la dejamos en casa del rubio.
—Así es, pero aún así puedo ir a mi casa. Vamos, será divertido.
Lo pienso unos momentos, enroscado uno de los mechones de mi cabello en mi dedo.
—Vale, déjame avisarle a mamá —informo, levantándome del suelo para buscar mi mochila detrás de la cortinas del escenario.
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Loco Enamorado [Loved #1] ✅
Novela JuvenilC O M P L E T A Evan Ross sentía mucho hacia Beatríz Ferguson. Beatríz Ferguson... sí, lo veía como un amigo. Evan se creaba escenarios dónde imaginaba que era más que un amigo de Bea. Bea estaba rara con Evan. ¿Él? Totalmente enamorado, aterra...