C I N C U E N T A Y D O S

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Mini maratón 3/4

Noviembre pasó como una brisa de verano: rápidamente pero no tan fresca, sino como una brisa fría que te congela. Las cosas en la escuela se volvieron más difícil con los proyectos y trabajos, también con las presentaciones. Pero aunque las cosas eran ajetreadas, siempre lograba hacer mi tiempo para ver a Bea. Nunca nos dejamos de lado incluso cuando estábamos llenos de deberes escolares.

El segundo semestre de clases terminó el quince de diciembre y con él las clases hasta enero. Todos esos trabajos valieron la pena ya que fui uno de los mejores de mi clase a pesar de haber faltado dos días por haber estado enfermo.

Este año hicieron también el festival de invierno y con mis amigos no dudamos en ir. El año pasado había sido bastante divertido incluso cuando nos pasamos casi toda la noche buscando a Aidan.

Como hace un año, solo fuimos nosotros tres. Bea y yo tratando por todo no dejar que Aidan se aleje mucho de nosotros, mi mejor amigo es como un niño que se pierde cuando ve cosas lindas y brillantes y tiene que ir tras ellas.

Entramos a muchos juegos, patinamos también un rato en el lago congelado, dónde Aidan y Bea se cayeron más de una vez y me hicieron caer a mí por reírme de ellos.

Uno de mis juegos favoritos con Aidan fue el de las bolas de nieve, es un juego sencillo en un espacio cerrado. Algo como el paintball, pero con bolas de nieve, tienes que eliminar a todas las personas que puedas y si tú compañero y tú quedan de últimos o entre los finalistas, ganas un premio que puedes elegir.

Bea no había querido entrar con nosotros porque no quería que le arrojaran nieve y tampoco tiene puntería, por lo que mientras Aidan y yo íbamos jugando, ella paseaba por ahí o capaz no estaba viendo por la pantalla fuera.

—¡Come nieve! —gritó Aidan, arrojando la bola de nieve que recién había hecho, que le dió a una chica menuda en el pecho.

Aidan es competitivo, si no lo habías notado.

Vuelve a cubrirse con la pared que nos esconde y protege de los otros jugadores, lleva una sonrisa de emoción y adrenalina con los ojos bastante dilatados, su pecho sube y baja agitado, y tiene la nariz roja por el frío.

—Cálmate, fiera —le digo, a lo que él responde con algo que no entendí.

Cuando el juego finalizó, mi mejor amigo y yo éramos de entre los finalistas, quedamos en segundo lugar, por lo que pudimos reclamar nuestros premios.

Aidan se eligió el cáliz de plata lleno de chocolates y galletas, claro. Yo en cambio el gran oso polar de ojos saltones y azules.

—Odio tu lado enamorado —se quejó Aidan, comiendo de un bombón de chocolate.

Yo me encogí de hombro como respuesta. A mí me gusta bastante.

Habíamos encontrado a Bea esperándonos cerca de un puesto ambulante donde venden chocolate caliente, tomando de una taza en forma de pingüino, no me pregunten cómo pudo llegar a ser esa taza, pero estaba cool. Cómo siempre, le quitó de sus dulces a Aidan y luego me miró a mí, que solo le sonreí extendiéndole el oso de felpa.

La expresión que había puesto nunca la voy a olvidar, fue tan única como sorprendida y feliz.

Finalizamos el día de la feria igual que hace un año: con las fotos en la cabina. Fueron muchas las que tomamos, los tres juntos, Aidan y yo, él y Bea, pero de mis favoritas fueron las que me tomé con mi novia, incluso dónde Aidan aparece de la nada.

Había sido un gran día con montones de fotos y vídeos que me aseguraré de conservar siempre.

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Cuando llegó Navidad y año nuevo, fueron más alegres que los de los últimos siete años. A media noche del primero de enero papá, Ava y yo subimos a mi habitación en la casa de mis tíos, excusándonos con ellos y con nuestros demás tíos por parte paterna para ir a llamar a mamá.

Loco Enamorado [Loved #1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora