Evan
El camino a la casa de Bea en auto es tan silencioso y tenso. Aidan no dice ninguna de sus bromas para aligerar el ambiente, quizá sintiendo aún la culpa de haber llevado a Bea a una fiesta y dejándola sola. Y ella, bueno, Bea estaba sumergida en sus pensamientos, viendo solo la ventanilla del asiento de acompañante, abrazándose a sí misma.
En todo el camino le doy algunas miradas de reojo a Bea y a Aidan por el retrovisor. Mi mejor amigo mantenía la vista en el camino con cara de arrepentimiento. Porque lo conozco como nadie, sé que Aidan estará con esa vena culpable un tiempo, y porque conozco a Bea, sé que ella también estará con ese amargo recuerdo un largo tiempo.
Ojalá... pudiera hacer algo más por ellos dos.
—Llegamos —anuncio estacionando frente a la casa de Bea—. Hey, Bea —la llamo cuando no se mueve, pongo mi mano sobre su hombro que la hace dar un respingo asustada.
—P-perdón —parpadea un par de veces—. Gracias otra vez, Evan.
—No hay de qué —le sonrío de lado.
No paso por desapercibido la pequeña mueca que se forma en sus labios, ni que tenía ligeros espasmos, tampoco que estaba un poco pálida.
Bea seguía teniendo miedo.
—Bea... —ella se giró a verme—. Si... si necesitas hablar con alguien, llámame, ¿Vale?
No hizo más que asentir distraída.
—Adiós, chicos —le dedica a Aidan una sonrisa por el espejo retrovisor antes de bajar del auto.
Me aseguro de que entre a su casa antes de volver a encender el coche. Tomo rumbo a mi casa porque sé cómo se pondrá de loca la mamá de Aidan si lo ve llegar a estas horas con esas fachas a su casa.
En los asientos traseros, oigo a mi mejor amigo suspirar.
—Soy una mierda horrible —masculló lo que por el silencio en el auto logré escuchar claramente.
—Yo... no sé qué decirte, Aidan —admito, sintiéndome un poco mal.
Pero en serio no sabía qué demonios decirle a Aidan, no quería darle la razón porque eso lo haría sentir peor, pero no hay ninguna palabra que se me ocurra para poder contradecirlo.
Resopla echando su cabeza hacia atrás.
—Espero que Bea no me odie —murmura—. No sé qué haría si me llegase a dejar de hablar, si rompiera con nuestra amistad. No... solo no...
Me detengo a un lado de la carretera donde solo transitan unos pocos autos, las tiendas de Starfall street en gran mayoría estaban cerradas, solo alguno que otro market veinticuatro siete que está abierto.
Me volví en mi asiento para mirar a mi mejor amigo. Aidan tenía una mueca en los labios de preocupación, miedo, ansias. Para nadie es un secreto que Aidan quiere muchísimo a Bea, es como la hermana que nunca tuvo. Perderla por algo así le dolería tremendamente.
—Oye, amigo —él levanta la mirada—. Bea no te odiaría, ni en un millón de años. Ella te quiere mucho, Aidan, serás un idiota en muchas ocasiones, pero aún así Bea te va a querer siempre. No importa cuan gilipolla seas o cuánto la cagues.
Me da una sonrisa apagada y vuelve a mirar a la calle. Suelto un suspiro volviendo al camino, no me queda más que esperar a que Aidan acepte la realidad.
-
—Ahh... —se queja mi amigo masajeando sus sienes.
Se encontraba sentado en el sofá de la sala en mi casa, con una frazada colgando de su regazo, el pelo rojizo hecho un desastre, con solo los vaqueros que llevaba ayer y su camiseta sobre el sofá individual de al lado completamente arrugada. Además de que unas lindas ojeras decoraban las bolsas bajo sus ojos claros.
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Loco Enamorado [Loved #1] ✅
Novela JuvenilC O M P L E T A Evan Ross sentía mucho hacia Beatríz Ferguson. Beatríz Ferguson... sí, lo veía como un amigo. Evan se creaba escenarios dónde imaginaba que era más que un amigo de Bea. Bea estaba rara con Evan. ¿Él? Totalmente enamorado, aterra...