C I N C U E N T A Y S I E T E

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Evan

—... Y aunque culminan un año aquí, no quiere decir que los estudios terminan en este momento, siempre estarán aprendiendo cosas nuevas: educativas en todos los sentidos. Aprenderán cosas de la vida, aprenderán cosas sobre ustedes mismos.

»La vida es un ciclo de aprendizaje, no lo olviden, como olvidaban aquí que tenían exámenes —los alumnos reímos—. A partir de hoy empiezan una nueva etapa en sus vidas. Se aproximan cosas nuevas, cosas que darán miedo, pero aprenderán que, aunque haya un velo en el camino, siempre habrá que tener el valor para cruzarlo y ver lo que hay más allá. Descubrir las nuevas aventuras que les depara el destino.

»Así que, con un gran honor puedo decir oficialmente: ¡Felicidades, graduados de la preparatoria Jefferson!

Y todos los alumnos estallamos en vítores de emoción, saltando de nuestros asientos. No sé de dónde carajo, pero una bomba de confeti cayó sobre nosotros.

Alguien tuvo la iniciativa de lanzar su birrete y todos los demás le siguieron hasta que un montón de gorros azules estuvieron momentaneamente volando en el aire.

En las gradas, los familiares de todos los graduados también vitorean emocionados. Desde donde estoy, llego a ver a Ava y Sam, mi hermana sobre los hombros de nuestro papá, y Sam sobre los hombros del tío Peter.

Mis ojos viajaron a otros lugares de las gradas, y ahí la ví: Bea brincaba y gritaba con una felicidad extrema. Se había arreglado el pelo, algo raro en ella porque no le gusta. Llegó casi al final de la presentación que creí que no vendría. Y cuando mis ojos la vieron llegar, este momento había mejorado con solo tenerla a ella aquí.

—¡¡¡AHORA SOMOS UNOS JODIDOS GRADUADOS!!! —grita Aidan, corriendo hacia mí y montándose como mono sobre mi espalda.

Cosa de milagro que no terminé besando el césped.

Pero no pude molestarme con Aidan, estoy feliz. Ambos lo estamos, ¡Nos hemos graduado, maldición!

—¡¡Ese es mi hermano!! —escuché la voz de Sam entre todo el griterío de los estudiantes.

Aidan, aún sobre mi espalda, señaló en dirección a Sam, quién seguía gritando con Ava a su lado.

—¡¡Acercándose el recién graduado portero del equipo de Hockey!! —fue el grito de Andy, y como Aidan, se tiró sobre mí. Y como no tengo la súper fuerza de Hulk, caímos los tres al suelo.

—¡Idiotas, quítense que no respiro! —pedí con el poco aire que me quedaba.

Ellos me hicieron caso, también me ayudaron a levantarme.

Llevé mi mano a mi costilla.

—Creo que me la rompieron.

Andy me dió un golpecito en el hombro.

—Vamos, en nuestro último partido te cayeron encima todo el equipo sobre el hielo y ni una quemadura por el frío te hiciste.

El último partido...

Había sido el mejor de todos, ganamos el campeonato de Hockey local contra el equipo de Ridgeview, lo cual fue sorprendente incluso para nosotros porque nos iban ganando por dos puntos. Y Andy tiene razón, todo el equipo me aplastó en la pista por haber hecho la última anotación en el último minuto. Y aunque el hielo de la pista no me haya quemado, aún así dolió tremendamente.

—Aún así dolió, idiota —dije, aunque más divertido que molesto.

En este momento no podía sentir molestias, solo felicidad. Si me jugaran la peor broma pesada, no me molestaría. Me reiría con los demás porque en estos momentos es imposible para mí sentir molestias por cualquier cosa.

Loco Enamorado [Loved #1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora