T R E I N T A Y D O S

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Inhala aire. Exhala aire.

Inhala amor. Exhala toxinas.

Piensa en perritos, lindos perritos que juegan contigo a las atrapadas, disfrutan estar contigo.

Piensa en...

Los pensamientos tranquilos fueron cambiados por la imagen que tengo a unos cuántos pasos de a mí. Sostengo con más fuerza de la necesaria la bandeja con mi almuerzo mientras mi imaginación crea más de un escenario dónde voy y alejo a ese idiota de ella.

Luego, como siempre, me retracto de ello porque el único idiota aquí soy yo.

«Evan, los celos no son buenos para nadie»

Las palabras que una vez Aidan me dijo suenan en mi cabeza. Odio estar celoso, odio ser así con ese chico porque no lo conozco y no tengo razones para odiarlo más que el que esté más cerca de ella de lo que yo lo puedo estar.

En general, odio los celos tanto como odio mi lado celoso estúpido.

Es una sentimiento tan nuevo para mí y lo increíble es que lo genera una chica que solo es mi amiga, porque ni con mi anterior novia podía sentir tantas cosas como las que siento por Bea.

Darme cuenta de ello hace suelte un suspiro de derrota. La mejor amiga de mi mejor amigo me tiene tan, pero tan mal. Si alguien pudiera entrar justo ahora a mi cabeza, saldría hecho un loco de todo lo que está pasando conmigo.

Dejando de lado todo este desastroso asunto, seguía con mi camino a nuestra mesa en el comedor. Tomo una última respiración, dando unos últimos pasos para acercarme.

—Hey —saludo, tratando de mantener mi modo «Iceberg» a raya.

Por muy supuestamente mal que me caiga el chico, no debo ser grosero con él. Es tentador, ¡Pero no!

El chico al lado de Bea se sobresalta en su asiento, le susurra algo y toma sus cosas con prisa y luego se va. No se gira ni un segundo en mi dirección. Arqueo una ceja, eso fue raro.

—Hola —saludo a Bea, sentándome frente a ella.

Ella alza la vista de sus apuntes y me sonríe.

—¡Hey, hola! —deja su lapicera de un lado—. Con razón Remo se fue.

—¿Por mí?

—Así es, tal parece que te tiene "miedo" —hace comillas, riéndose—. Yo creo que solo son los nervios.

¿Por qué podría a ese chico nervioso? No me digan que estaba adoptando las misma actitudes de papá, por favor. No quiero dar miedo.

—¿Por qué lo pondría yo nervioso?

—Bueno, porque... —no termina de formular su oración porque el sonido de una bandeja cayendo a su lado le saca un susto tanto a ella como a mí.

—¿Esperaban por mí? —pregunta Aidan, sentándose a un lado de a Bea.

—Ni que fueras muy importante —bromea ella.

—Para ustedes sí, ¿Qué sería de sus vidas sin mí?

—Más tranquila —dijo Bea.

—Sin tantos problemas —agrego.

—Y sin tantas quejas de «No me gusta ir tan temprano a clases» —Bea imita la voz de Aidan.

Él pone los ojos en blanco.

—Que buenos amigos tengo yo —alza la mirada al techo—. Señor, ¿Pero con quién me he venido a juntar?

Loco Enamorado [Loved #1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora