🔴Capítulo 29🔵 El orgullo del norte.

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Es en la mañana del lunes que vació la bolsa de Kathia. Sacó la ropa sucia, pero estoy demasiado apresurada que no me doy cuenta de que de mi chaqueta cae un objeto brillante al suelo. Lo recojo con la misma rapidez al verlo. 

 Es el condenado anillo de la joyería.

¿Debería entregarlo a Skandar? No, mejor espero a que me lo pida, podría generar un enorme malentendido. Voy a estar en la escuela, el cual no es un ambiente discreto.

Con todo el ajetreo olvidé por completo el diario.  Una parte de mí seguía arrepentida de haberlo robado. Si Skandar se da cuenta, estaré perdida. Pongo el anillo junto con el diario debajo de mi colchón, y salgo de mi habitación. En el comedor se encuentran todos y de milagro también están Alfonso y Violet.

—Buenos días — saludo, tomando asiento junto a mi hermano, todos me responden, pero ninguno me voltea a ver. Noto que le están prestando demasiada atención a la televisión que está colgada en la pared. Alzo mi mirada y me doy cuenta de que están viendo las noticias.

—¿Crees que fueron ellos? — pregunta Fabiola sonando asustada, frunzo el ceño y le pongo más atención a las noticias.

Casi me voy para atrás cuando leo el titular: "Robo de más de 50.000 dólares en joyería de Brooklyn"  Una mujer de cabello corto está siendo entrevistada y está llorando angustiada.

¡Joder!

Si me sucede algo... primero echaré al asador a Skandar y a Jason.

—Todo apunta a que si — le responde Alfonso, que está en el centro de la mesa, su presencia resulta más intimidante de esa forma —, es Brooklyn no sé qué esperas de ahí.

—Esperar que se les castigue — responde Fabiola indignada —, no pueden hacer lo que se les da la gana.

—Es el sur, si pueden Fabiola — se suma Violet. 

¿Y si se enteran de que estuve involucrada? ¿Me echarán de aquí? No pueden, bueno, claro que pueden es su territorio. Estaba enfrascada en mis pensamientos, que la voz de Kalia me devuelve al comedor.

—¿Pero por qué robar, no es más sencillo comprarlo? — dice adaptando el mismo modo que su madre. Oigo a mi hermano reír por lo bajo.

—¿Si sabes lo que son las clases sociales y el desempleo engen...? — dice Joseph, pero antes que termine le doy una patada, eso lo hace gemir adolorido —, hermanita.

Ella lo mira asqueada —. Si sé lo que son las clases sociales y no me digas hermanita, solo Nataly es mi hermana — alza la voz.

—¿Sabes que eso no tiene lógica verdad? — pregunta Joseph mientras todos los demás bufamos.

Creía estar acostumbradas a sus riñas, pero cada vez suben más la intensidad.

—Basta — dice Alfonso sin subir la voz, en un movimiento que se pudo escuchar, todos lo miramos. Él se toma su tiempo antes de proseguir. — Las peleas de ustedes dos atentan contra mi salud mental y no solo la mía, también la de mi esposa, la de Violet y la pobre Nataly. Así que tomaré cartas en el asunto — prosigue —. La próxima vez que peleen, ambos tendrán que hacer cien sentadillas. Ni más ni menos y pediré al personal que me notifique — sentencia con su profunda voz.

Todos hacen silencio, puedo ver a mi hermano horrorizado con el castigo. Pero nadie piensa llevarle la contraria, además, que no resulta tan mala la idea. Quizá con esto nos libremos de los gritos de los niños. Después de eso, Alfonso se despide y se retira del lugar.

Antes de entrar a la escuela, en el jardín delantero vislumbro a lo lejos a mis amigos hablando. Están en un círculo cerrado que tengo que alzar la voz para que me noten. En menos de un segundo tengo a los cuatro rodeándome, las preguntas salen a borbotones que apenas puedo captar alguna.

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora