Edmon me había dicho que era un salón grande, elegantísimo para toda esta gente. Anni me gritó que tenía una excelente pista de baile. Claire se enfocó más en los adornos, las pinturas, estaba fascinada con las obras de arte. Por último, Ted me propuso acabarnos una de las treinta fuentes de chocolate, que era inacabable la cantidad de comida que pasaba.
Pero ni con todas esas descripciones me pude hacer una idea de lo que estoy viviendo ahora mismo.
Es un salón de tres niveles, al centro está la pista de baile y al fondo un escenario. Todo el piso es de mármol. Cuando alzó la vista me encuentro con un hermoso atardecer, el techo es de vidrio y hace contraste con los candelabros de cristal.
Otro graderío nos recibe, y los aplausos que pensaba que serían más serenos, no lo son. Al contrario, los gritos no se hacen esperar a tan solo segundos de que se abran las puertas. Está vez los flashes no me tomaron por sorpresa, aunque eso no quita que me siga poniendo nerviosa. Apretó el agarre y sonrió radiante o eso es lo que espero. Volteo a ver a Joseph, esta haciendo lo mismo.
No hay preguntas, para mi buena suerte. Solo posamos o intentamos hacerlo. Cuando terminamos de bajar, me pierdo entre el mar de gente que se acerca, supongo que a saludar.
De un momento a otro, el agarre de Ted desaparece. Lo busco con la mirada, solo para encontrarlo hablando con unos periodistas muy interesados en su vestimenta. Me rio y lo dejo solo. Por suerte Violet no se ha alejado, veo como estira su brazo para alcanzar a Joseph, que había empezado a correr hacia un lado.
—¡Tú no te vas a ningún lado! — Joseph la mira sorprendido —, tenemos que buscar nuestra mesa, cuando eso suceda vas a donde tenías que ir.
—Pero ahí está Francis — se excusa desesperado —, tengo que hablar con él del acto de hoy.
—Pues Francis puede esperar — me entrometo, luego veo a Violet —. ¿Tienes la menor idea de dónde está nuestra mesa? — le echo un vistazo a todo el salón —, a este paso necesitaremos un GPS o un mapa.
—Para tu suerte, siempre pido la misma mesa, así que el camino lo sé de memoria — nos dirige al centro está la pista de baile, nos demoramos por la misma aglomeración, alrededor de la pista están todas las mesas circulares. La nuestra está del lado derecho, ósea a la derecha del escenario. Sé que es nuestra mesa por los nombres pegados en ella. Ah y porque Janice está sentada leyendo un periódico.
Nos repasa a todos, pienso que va a terminar diciendo una broma, pero no, solo sonríe.
—Pero Violet, por poco y no te reconozco — es lo primero que dice.
—Lo mismo digo — le responde mientras se sienta a un lado de Janice.
La entrenadora no tarda mucho en ponerse de pie para saludarnos. Ahora nos toca a nosotras echarle un vistazo. No lleva un vestido, optó por ponerse un traje negro, con saco y pantalón de vestir. Pero siempre lleva su característica coleta de siempre.
—¿Cómo te fue con las cámaras? — me pregunta viendo el espectáculo de los periodistas, quedamos con la vista frente al graderío. — No debió ser sencillo pasar por esa... familia.
—Aunque no lo creas se me hizo fácil evadir las malas caras, tanto que ni las note — le comento subiendo un poco más la voz —, por lo demás creo que muy bien.
—Y se nota — alza las cejas viendo mi vestido —, tu semblante es muy distinto.
Ella podría estar hablando de mí, pero yo tenía mi atención en Janice, más específico, en su rostro.
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Mirada Cruel
Novela JuvenilEn la ciudad de Nueva York nada es lo que parece. Y Nataly lo supo muy bien... a las malas. *** Nataly no sabía a lo que se enfrentaría cuando el magn...