🔴Capítulo 17🔵El Lutazio 23, es peor de lo que imagine.

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Me alarmo cuando me llega un mensaje de Anni que ya viene en camino. Busco cualquier cosa para ponerme. Cuando vine por primera vez tenía tan solo una maleta de ropa. Al llegar a mi nueva habitación me topé con que Fabiola me había llenado dos armarios enteros de ropa nueva. Así que tenía bastante para escoger.

Bien, será sencillo un jeans, una blusa de punto y una chaqueta de lona y unas vans... no mejor unos tenis por si tengo que correr, aunque esperaba estar equivocada.

Guardo mi celular y un poco de dinero, no es hasta que abro la gaveta, que miro el botón de pánico de Joseph. Dudo unos segundos, pero sin saber que más hacer lo guardo en el bolsillo de mi pantalón.

Anni ya está afuera esperándome, así que bajó las escaleras, después de haberme despedido de casi todos. En la puerta me encuentro a mi hermano, parado de brazos cruzados.

— ¿Qué pasa pequeñín? — pregunto preocupada.

— Llevas lo que te di, ¿verdad? — me dice ignorando mi pregunta, su tono deja a entrever lo preocupado que está.

— Si Jo — saca el aire que tenía contenido —, no te afanes, solo será hoy, me tendrás aquí mañana temprano, lo prometo.

— Eso espero, es solo que desde que tengo uso de memoria jamás nos hemos separado tanto tiempo, no me culpes — me dice y lo puedo sentir asustado. Es inevitable que recuerde esta mañana cuando estaba hablando con Violet. Le dije que costaba encontrar algo que asustara a mi hermano. Si supiera cómo se iba a poner ahorita, jamás habría dicho eso.

—No te culpo de nada, cuando sea al revés te pondré un chip rastreador — le digo, lo que nos hace reír, creo que no estoy exagerando, si sería capaz de ponerle un chip rastreador.

—¿¡Cómo no pensé en eso antes!? —  se lamenta con la mano en su frente.

—Porque en las ocasiones más arriesgadas siempre suelo ser más brillante que tú —  le digo revolviéndole el cabello.

—Eso quisieras — me dice, le doy un abrazo.

—Adiós pequeñín, te amo — le doy un beso en su mejilla antes de separarme.

—Adiós Naty, te amo — lo oigo decir antes de cerrar la puerta.

Salgo y me dirijo al lujoso auto de mi amiga.

Al entrar en lugar de recibirme con saludos, me reciben la discusión de los mellizos. Ambos están adelante, Ted como copiloto y Anni como piloto.

—Que tal Nat — me dice Edmon que está a mi lado —. Al menos esta vez tendré a un acompañante, somos el flamante público de las batallas de Anni y Ted. ¿Te apetece un café?

Me rio antes de escuchar el motor rugir.

Estamos en el tráfico de la ciudad cuando los mellizos retoman la discusión. Ted discute con Anni sobre tácticas de manejo y yo no puedo sentirme más incómoda.

No soy el mejor piloto, pero tengo que aceptar que soy mucho más diestra que Anni. Vamos a vuelta de rueda y ya más de diez peatones nos han rebasado, todos ellos caminando. Ted intenta convencerla de hacer cambio de lugar, pero Anni se encuentra en negación.

—Ed ¿qué tan lejos está ese lugar? — le pregunto un poco impaciente.

—Según mis investigaciones, Ted dice que está a tan solo una hora de aquí a Brooklyn — dice, después decide subir la voz —. ¡Pero a esta velocidad llegaremos como en diez horas!

—No es necesario que exageres — le dice Anni dolida.

—No está exagerando — le decimos Ted y yo al unísono a lo que ella se sonroja aún más.

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora