Capítulo 1

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El clima de hoy en definitiva no reflejaba mi estado de ánimo, las nubes brillaban por su ausencia y el despejado cielo anunciaba un día caluroso, mientras que yo sentía una tempestad por dentro.

Hoy es mi primer día de clases en la escuela privada Saint Lincoln, sé que suena ridículo sentirme mal por eso, pero soy nueva, bueno a decir verdad también lo soy en la ciudad.

Regresé a Nueva York junto con mi hermano pequeño Joseph hace dos meses, después de haberme ausentado por once años. Viví en Los Ángeles con mis abuelos, después del accidente de auto que terminó con la vida de mis padres cuando tenía cuatro años y Joseph solo tres meses de vida.

Mi abuelo falleció hace cuatro meses y mi abuela dos semanas después, no tenemos más familia y Alfonso Cacciatore, un viejo amigo de mi padre nos acogió. Como ambos somos menores de edad se convirtió en nuestro tutor, viviendo en su muy modesta casa y pagando nuestros estudios. Todo el cambio ha sido un torbellino para ambos, pero a pesar de esto no me he permitido decaer.

Tengo un hermano de doce años al que tengo que cuidar.

— Johnson, asegúrate que las bodegas estén bien cerradas, no quiero volver a tener problemas con ladronzuelos — viene diciendo el señor Cacciatore por teléfono —, sí, lo sé, le hablo más tarde, estaré ahí en una hora.

El camino hacia mi nueva escuela no ha sido del todo cómodo, en realidad nada lo ha sido. Pasé de usar el transporte público a tener un chófer personal, de compartir baño con mi hermano a tener uno propio, de almorzar una hamburguesa de McDonalds, a almorzar pastas, lasañas y toda clase de comida extravagante en tan solo meses. Cosa de la estoy muy agradecida pero que a pesar de eso, mi complejo sigue latente. Hay algo que me dice que no lo merezco, espero que ese sentimiento disminuya con el tiempo.  

Y no, aún no he probado el caviar.

— Bueno Nataly, ¿cómo te sientes? — me pregunta el señor Cacciatore, que está sentado a mi lado, en el asiento trasero del auto —. ¿Ya estás lista para esta nueva aventura?

—Si señor Cacciatore, estoy muy emocionada — quiero vomitar y el creciente temblor en mis piernas no ayuda.

— Escucha sé que has pasado por momentos difíciles, pero notaras que todo mejorará, no hay nada que el tiempo no cure querida — desde que nos acogió, se ha comportado como todo un caballero, así que de alguna forma sus palabras me reconfortan.

—Sí señor, muchas gracias por toda su ayuda — le regalé una sonrisa.

— No hay de qué y llámame Alfonso, me haces sentir de ochenta años — dijo haciendo una mueca graciosa —, siéntete libre de pedirme lo que sea, estoy para ayudarte.

Desde que lo conocimos había sido muy hospitalario, aunque su aspecto no lo evidenciara. Alfonso daba un aura de respeto, con su metro noventa, ojos negros y muy tenebrosos. Es decir, había visto cómo lo trataban sus empleados, con respeto e intimidación. Este último intentaban ocultarlo, pero no se esforzaban lo suficiente.

— Está bien Alfonso — le hago caso, no quiero que piense que soy una adolescente rebelde —, ¿sabe si mi hermano ya llegó a su escuela? — la escuela primaria Saint Lincoln no estaba tan lejos de la secundaria, pero me seguía preocupando la distancia.

—Si, de hecho Johnson me llamó para avisarme que ya entro a clase — me dice viendo su reloj —, estamos a punto de llegar, en cuanto entres, ve a la oficina de la directora Lewis. Ella te dará tu horario, dile que vienes de parte de Alfonso Cacciatore, ella sabe quién soy.

Lo primero que vislumbro de la escuela es su enorme portón, lleva el escudo, una rama de olivo sobre un libro café con una frase en italiano. El uniforme es de color verde musgo. Chaqueta formal, blusa blanca de punto y una falda a cuadros, la cual me tiene un poco incómoda, en mi anterior escuela no llevábamos uniforme.

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora