La sed es la que me motiva a regresar a mi mesa, también el cansancio de los tacones. De hecho, estaba en mis planes tomar un descanso. Estaba. Mi tranquilidad se ve atormentada por los deseos de Violet y Janice.
—Así que ahora soy su sirvienta — le digo fingiendo molestia.
—Solo te estamos pidiendo un poco de vino niña — me dice Violet —, los meseros nos están ignorando.
—Ni se han dignado a llamarlos — les recuerdo, pero me doy cuenta de que no tiene caso —, ¿qué quieren?
Las dos celebran de la misma manera que Claire hace rato.
—Dos vinos tintos — me dice Janice con una sonrisa complaciente —, y para Violet dos güisquis.
—Par de borrachas — bromeo con ellas, antes de ir por su dichoso alcohol.
Decidieron dejar el bar muy cerca de la pista de baile, cerca del graderío de entrada. Le pido la orden a unos de los trabajadores y espero. Creo que estaba tan concentrada viendo a dos ancianos intentar bailar la macarena, que no me percato de quien tengo a mi lado.
—Debes sentirte como en casa — ironiza Carol viendo la misma dirección que yo —, digo tú acostumbrabas estos sitios, me imagino — se ríe de sus propias palabras.
Aquí vamos de nuevo.
—No sé a qué te refieres — me encojo de hombros —, porque creo que he encajado a la perfección.
—Mmm, claro con los meseros tal vez te sientes identificada — no hago ninguna mueca, no dejaré que sus palabras me afecten —, aunque tengo que aceptar que me sorprendí al verte, luces bien, es un lindo vestido.
La enfrento, su tono de voz se escucha convincente, pero hay algo que no me cierra. Y como no, con las experiencias tan amables que he tenido con ella.
—¿A dónde vas con todo esto? — le pregunto queriendo llegar al grano.
—A nada, te estoy aludiendo, eso es un avance — me mira de abajo para arriba haciendo una mueca —, ¿no crees?
—No, si tiene otras intenciones detrás.
—Por eso no te preocupes, debes estar exhausta con tanta adulación — dirige su vista a un punto en particular, uno que aún no logro identificar —, por lo que sé de ti, todo esto debe ser una novedad, ya sabes... — mueva su mano enseñándome todo el salón.
Si, lo sé. Odiaba entender sus palabras, aunque ella no supiera ni el diez por ciento de mi vida anterior, si se hacía una idea de lo que era la Nataly del pasado. ¿Vestidos? ¿Tacones? ¿Bailes? ¿Adulaciones? ¡Jamás!
Si bien antes no tenía tiempo de pensar en mi físico ni en piropos, ahora me doy cuenta de lo bien que se siente que te digan algo lindo. Al menos de vez en cuando.
—Es probable, debo tener mucha suerte — digo orgullosa —, no sabía lo bien que me quedaba el rojo — si quiere hablar de mí, pues hagámoslo —, menos mal Alfonso me dejó escoger el vestido que quisiera.
Su sonrisa cae.
—Me imagino — toma un trago de una copa que le vienen a dejar —, has de ver puesto mucho esfuerzo para ganarte ese vestido y aún más en ser la nueva testigo.
Oh, ya sé a dónde va esto. Aunque suene estúpido, me alivia tener que discutir por otra cosa que por Skandar.
Eso que lo haga con Cressida.
Suspira.
—Ahora tengo una pregunta rondando en mi mente — sigue hablando —. ¿Qué clase de cosas has hecho para tener todo esto? Porque no creo que sea solo suerte.
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Mirada Cruel
Fiksi RemajaEn la ciudad de Nueva York nada es lo que parece. Y Nataly lo supo muy bien... a las malas. *** Nataly no sabía a lo que se enfrentaría cuando el magn...