🔴Capítulo 30🔵Mi palabra es sagrada Stella

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No hay ninguna novedad en el periodo de clase, así que se me hacen eternas las explicaciones de Pepper. Al sonar el timbre el profesor me llama y me pide que vaya a dejar un portafolio a la biblioteca, le digo a Edmon que se adelante a la cafetería.

Es un poco lejana, ya que está ubicada al lado del edificio F, eso significa que tengo que cruzar toda la escuela. Por floja, decido tomar un atajo, el que me enseñó Edmon, y rodeo los edificios por la parte trasera. No me acorta la distancia, pero es muy desolado, así que avanzó más rápido. Y es eso lo que me llama la atención de este lugar, la soledad, ni siquiera los de intendencia se asoman por aquí. Bueno, resulta bastante tétrico, por la altura de los edificios, casi no le pega el sol y el bosque no ayuda.

Estoy tan perdida en mis pensamientos que oigo muy tarde unos pasos apresurados detrás de mí. Que cuando soy consciente de ellos estoy pegada a un muro y dos manos están apretando mi cuello. Cuando miro a mi atacante solo puedo sentir confusión porque... es una chica.

La reconozco, la he visto en los pasillos, pero ni siquiera sé su nombre. Es sureña, tiene el cabello teñido de rubio y un piercing en el labio inferior.

—Al fin te encontré, debo de tener mucha suerte, siempre estás acompañada — me dice con una sonrisa en sus labios, aprieta más mi cuello cuando empiezo a forcejear. — ¿Qué dices a penas te escucho?

—¿Quién eres? — logro decir entre bocanadas de aire.

—Pero si eres una maldita descarada, soy Cressida Barns, rata norteña — me dice empujándome más fuerte a la pared. — ¿Sabes quién es mi madre?

Niego.

—Es Clarise Barns, ¿ese nombre te suena? — vuelvo a negar casi obligándome a no llorar —, estúpida norteña ladrona, mi madre es la dueña de la joyería que tú te metiste a robar — la miró anonadada, mierda, mierda, mierda. — ¡Ja! Ahora si lo recuerdas...

—No, eso es un malentendido — aprieta más mi garganta, se acabó no pienso cubrir a Cacciatore —, tienes que escucharme por favor...

—¿Escuchar a una ladrona norteña? Ni que estuviera loca — me grita furiosa, está tan descolocada que temo por mi misma. Intentó quitarle las manos de mi garganta, pero me supera en fuerzas.

—¡No, tienes que escucharme, Cacci...! — susurro en un intento desesperado por hacerla entender.

—Deja de gastar saliva, no te estoy escuchando, me vas a devolver las malditas joyas que te robaste, te disculparas con mi madre y conmigo — me ordena —, luego te acusaré y haré que te expulsen — me vuelve a empujar contra la pared, los intentos por sacármela de encima son en vano y la falta de aire en mis pulmones me debilita.

—¿Qué estás haciendo Cressida? — una voz la hace aflojar las manos, ambas volteamos hacia ella. No solo es una persona, tenemos un público a nuestro lado.

Algo perturbador es que no oí llegar a la pandilla de Skandar... 

Oh claro, Cressida, la chica forma parte del grupo de Cacciatore.

Joder.

—¿Qué no es obvio cariño? — Cressida le pregunta a Skandar y demuestra su enfado volviéndome a empujar —, enfrentándola.

—¿A ella llegaron tus investigaciones? — le pregunta cruzándose de brazos, a penas y se ha dignado a ver mi estado.

—Es evidente, fue la única que dejó el lutazio y poco tiempo después fue el robo — ofendida voltee hacia Skandar. ¿Qué demonios está haciendo? ¿De verdad me echo la culpa a mí?

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora