🔴Capítulo 72🔵¿Acaso soy un monstruo?

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—¿Es correcto sentir empatía por alguien que te ha tratado mal? — la pregunta sale por sí sola. Fabiola, que estaba demasiado concentrada leyendo esa revista de chismes muy popular en la ciudad llamada GElite, me voltea a ver confundida.

Ambas estamos sentadas en la mesa de campo, en el patio trasero. Una oleada de calor golpeó a Nueva York y eso la motivó a preparar limonada y bocados. Joseph y Kalia se habían retado a una competencia de voleibol, si ambos les gustaban ver perder al otro con mucho fervor. Así que mientras los niños compiten a muerte, Fabi y yo nos tomamos una limonada y nos relajamos leyendo un poco.

—La verdadera pregunta es — empieza bajando la pantalla de su laptop —. ¿Por qué me estás preguntando eso?

—Bueno, en realidad comencé a ver una telenovela en internet — le miento, tratando que mi historia suene creíble —, es turca...

—¿Qué? — exclamó soltando una carcajada —, pero si eres una devota del drama, no te consideraba de esas.

—Aunque no lo creas son entretenidas — le contesto a la defensiva —, y muy reflexivas.

—Me imagino que te entretienes mucho, y reflexionas también — dice complaciente —, sobre todo viendo a los turcos.

Bueno, eso tampoco lo iba a negar.

—Pues son muy buenos actores...

Se hace para atrás soltando una carcajada aún más fuerte.

—Sí, lo mismo decía yo cuando vi Karate Kid, que Ralph Macchio era un excelente actor — su tono sarcástico me hace sentir más avergonzada.

Con Fabiola no había tenido la confianza suficiente para hablar de chicos, y con el único con el que tenía... algo me detenía aún más de hacerlo. Es mejor que no sepa que me gusta un poco el hijo de su familia enemiga.

—Pero sígueme contando cariño, quiero saber sobre esa novela turca — cierro los ojos tratando de recordar esa trama inventada, gracias Fabi por tu oportuna intervención.

—Bien, pero no te rías, me desconcentras — le pido suplicante.

—Claro, prefiero que te desconcentres con los turcos — aplana los labios ocultando su sonrisa.

Pobre Kalia, cuando la chica se enamore, Fabiola le hará la vida imposible a la pequeña y aún más a su novio.

—Mjm — murmuró aceptando sus palabras —, en la novela había un chico nuevo en la escuela — empiezo a relatar —, y era un nerd. Por otro lado, esté chico tenía dos compañeros, una chica y un chico que le hacían la vida imposible. Una vez le quemaron su tarea, en otra lo humillaron pegando una foto de su cara con la de un cerdo y...

—¡Qué hijos de puta! — su expresión me para en seco. Es la primera vez que la oigo maldecir, pero al verla no luce para nada avergonzada —. No me hagas esa cara cariño, solo estoy reaccionando a tu relato, termina de contar, no me dejes a secas — me hace un ademán para que siga.

Asiento —, el par de acosadores casi siempre se salían con la suya. Hasta que un día el director los descubrió — la miro para ver si me quiere comentar algo, pero sus labios están sellados. — Los mandaron a citar junto con el chico acosado. Tras muchas discusiones dejaron que esté fuera el que dictara su castigo.

—Por Dios, qué elección más estúpida — está vez si interviene —, que va a poder hacer el pobre chico. Esa clase de cosas se dejan en manos adultas, pero, en fin, me imagino que tú piensas de manera diferente.

—En parte si — digo dudosa —, la elección del chico acosado es la que me tiene consternada. Después de haber sufrido abusos, el chico en lugar de divertirse con una venganza bien merecida, solo pidió que los llevaran a ambos a terapia.

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora