Cuando salgo del polideportivo me sorprendo de ver a Anni esperándome. No se da cuenta de mi presencia hasta que me acerco, cuando me ve, se despega de la pared y camina cautelosa.
—¿Nataly cómo estás? — pregunta, viendo hacia el suelo.
—Mejor — finjo una sonrisa —, no te preocupes.
—Discúlpame, pero no te creo — me dice acelerada —, lo que te hizo esa chiflada es...merece pagar y deberíamos acusarla.
—Janice me dijo que se encargará de ella, tranquila — le digo tratando de sonar despreocupada —, ya no me quiero meter en problemas.
—¿Estás segura? — pregunta haciendo una mueca.
—Por supuesto Anni, está bien — le aseguro antes de cambiar el tema —. ¿En dónde están los demás?
—A Edmon lo vinieron a traer sus padres, me pidió encarecidamente que lo llamaras en cuanto salieras — me dice alzando la vista —. Ted no tengo idea y Claire me dijo que tenía que hacer algo de muchísima importancia — termina de decir exagerada.
—Supongo que solo quedamos las dos, a menos que tengas que ir con Gonzalo...
—No, tiene un compromiso con sus papás — me aclara tomándome del brazo —, acompáñame al salón de maestros, tengo que dejar una papelería.
—Claro, no tengo más que hacer — respondo siguiéndola. Hoy Ben se demorará, las compras de fin de año han aumentado el tráfico y el pobre está atorado en una calle del centro de Manhattan.
La sala de maestros está en el segundo nivel del primer edificio, nos demoramos un poco tratando de pasar por la marea de alumnos. Al llegar ambas notamos que no hay ni un alma en la sala, eso nos da la libertad de entrar por completo.
—¿Crees que aquí hacen planes para hacernos sufrir? — le preguntó en broma, pasando por el escritorio de cada profesor.
—Pues claro, hasta deben de tener una compuerta secreta — alzó la vista alarmada, por suerte Anni está de espaldas —, en donde nos vigilan cada segundo del día — termina de decir riéndose.
<<Es una broma, no puede saber que lo que dijo, es parcialmente cierto>>
—Eso explica muchas cosas — sigo la broma.
El teléfono de Anni comienza a sonar con una musiquita navideña. Mi amiga se sonroja y antes de contestar me mira.
—Es mi papá — dice preocupada —, esto será rápido, espérame aquí, ya vengo.
Asiento y ella sale por la puerta del otro lado de la sala a contestar. Me dedico a fisgonear los escritorios, pero para mí desgracia, no estoy mucho tiempo sola, la puerta del frente se abre de golpe y una chica entra.
Y como si se tratara del peor día de mi vida, mi vista se topa con los ojos marrones de Carol Bardi.
Su mirada no es enloquecida como la de Cressida, está seria. La chica se toma su tiempo para observarme antes de romper el silencio, que ya me tenía alarmada.
—Creía que te había dado una orden — me dice caminando hacia mí —, al parecer no la escuchaste bien.
—¿Una orden? — me mofo de la elección de sus palabras.
—Sí, una orden que acabas de romper — enfatiza más esa última palabra —, no te hagas la imbécil.
—Se más clara — le pido impaciente.
—Ya deja de hacerte la estúpida — para por un momento, eso me da tiempo para caminar alrededor de la mesa, haciendo que nos separe —, que no te queda.
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Mirada Cruel
Novela JuvenilEn la ciudad de Nueva York nada es lo que parece. Y Nataly lo supo muy bien... a las malas. *** Nataly no sabía a lo que se enfrentaría cuando el magn...