No reparó en lo que estoy haciendo, solo sé que ya me estoy arrodillando y recogiendo un poco de tierra del suelo. Todo sucede demasiado rápido, como robot me acerco a Skandar. Este se digna a verme al mismo tiempo, frunce el ceño, pero ni siquiera le doy tiempo de hablarme. Usando la misma táctica que él, le tiró la tierra directo a sus ojos. Aprovechó su molestia para darle una cachetada y desubicarlo.
Lo escucho gruñir, pero yo ya me estoy alejando.
Me levanto la falda del vestido y empiezo a correr lo más rápido que puedo, tratando de ignorar la molestia del toque de mis pies en el suelo. Mi primer logro es salir del callejón invicta, el segundo será encontrar a Joseph.
Al salir tengo que tomar una rápida decisión, de qué lado correr, del lado izquierdo hay un restaurante un tanto ruidoso, pero no es momento de llamar la atención, por eso cambio de rumbo a la derecha. Estoy en la calle 58, por la hora, todos los negocios están cerrados y las calles están vacías. No sé si eso me beneficia, pero por ahora no logro escuchar a Skandar, eso es bueno. Cuando llevo corriendo dos cuadras, cruzo y sigo en línea recta. Paró para tomar aire en una esquina, intento ubicarme leyendo las señalizaciones. Estoy entre la calle 57 y la avenida Lexington.
En un acto de valentía volteo hacia atrás, pero no hay rastros de Skandar. Quizás si lo logre perder. Esperaba no haber lastimado su vista, pero mi necesidad es mayor. Me recuesto en un poste pensando en mi siguiente destino. Podría ir a una comisaría o a un hospital a que vean mis heridas y mi cuello.
No, ninguna de esas es la opción que necesito.
Antes de enfocarme en mis necesidades, debo encontrar a mi hermano. Estoy por tomar la decisión de ir a una comisaría y desde ahí llamar a Violet, pero algo interrumpe mi acción. El ruido de un pitido, como si estuviera sonando una alarma. Intento seguir el ruido, quizás es de alguien cercano.
Quizás es de Skandar...
Sin pensarlo retomo el camino en línea recta y cruzó la calle, aceleró cuando sigo escuchando el pitido. Me alarmo cuando soy consciente que el ruido no cesa a pesar de cruzar varias calles. Mi teléfono jamás ha sonado así... ¿O sí?
Lo saco de un movimiento, intento desbloquearlo, pero la pantalla está en negro. Me quedé sin carga antes de poder darme cuenta.
¿Qué diablos es ese molesto sonido?
Volteo a todos lados luciendo como una completa paranoica, me acerco a los postes de luz e incluso a las paredes, pero no escucho ningún ruido salir de ahí. No es cuando me quedo quieta, que me centro en seguir el sonido, eso más el ruido de mi corazón martillear contra mi pecho, son las únicas cosas que puedo escuchar.
Si no viene de las paredes, si no viene de los postes, joder ni siquiera viene del mismo suelo, entonces...
Intento tranquilizarme y ahogando todos los gritos molestos que puedo, decido escuchar. En un movimiento estúpido acerco los tacones a mis oídos, pero el resultado es el mismo, frustrada los aviento al suelo.
Pip, pip, pip.
Esperen... oh diablos.
Ya no tengo que seguir buscando, desciendo mi mirada con cautela, porque ya encontré lo que buscaba.
El sonido viene de mi vestido.
El sonido viene de mi corsé.
Mierda.
Es desde aquí donde me convierto en la combinación de la ansiedad y la paranoia. En un movimiento vago intento bajarme el vestido, pero razono que es la idea más estúpida del mundo. Tampoco tengo carga en mi celular para poder llamar a la policía y ni un solo maldito centavo para poder llamar desde un teléfono público.
¿¡Y ahora qué hago!?
Me agarró del pelo en un estado de estrés mientras busco una solución. Pero ahora solo soy capaz de hacer una.
Correr por mi vida, al menos hasta encontrar ayuda.
Estoy por dar un paso, cuando lo siento.
Siento la presencia de alguien detrás de mí.
Ya no me da tiempo para reaccionar, porque él me atrapa antes. Desde atrás siento como una mano aprisiona mi boca y nariz con un pañuelo que emana un olor demasiado fuerte.
Lucho lo mejor que puedo, pero él es más fuerte que yo. Me presiona de los brazos inmovilizándome, luego son mis piernas las que pierden fuerza y dejan de mantenerme en pie.
Siento que caigo en unos brazos.
Todo comienza a perder su color.
Lo último que veo es la luna llena dándole vida a la inmensidad del cielo, el cielo púrpura. Dios mío, es la noche más hermosa que he visto en mi vida, mientras que yo... yo soy una tempestad.
Todo se está difuminando, hasta que ya no soy capaz de ver nada.
Solo negro.
Estoy ebria.
Bueno, es lo que imagino que es estar ebrio.
Veo flashes, el primero es de retazos del cielo estrellado, la luna se balancea de arriba a abajo, o es mi mente la que me engaña por estar en los brazos de alguien. Luego un fuerte olor a aromatizante me anuncia que estoy en un auto. Escucho el cierre de muchas puertas, pero tengo tanto sueño que no le prestó atención, vuelvo a dormir.
El siguiente flash es el pecho de una persona, tiene una camisa negra y mi cabeza está en sus piernas. Sus voces suenan caricaturizadas, ha de ser por el efecto de la droga. Pero el sueño regresa y vuelvo a caer.
Cuando recuperó la conciencia, ya no estoy en un auto, estoy en una cama. Abro más los ojos, lo primero que veo es un ventanal frente a mí. El viento choca contra mi rostro, inhalo lo más que puedo llenando mis pulmones. Estoy acostada con una sábana marrón arriba de mi pecho. Intento moverme, pero todo mi cuerpo se siente pesado. Me quedo viendo el techo por un largo rato, tiesa. Cuando intento volver a levantarme, un fuerte mareo me lo impide.
Intentó tomar fuerzas de nuevo, pero solo consigo mover mi brazo derecho, el que está a la orilla de la cama, es ese movimiento el que se roba mi atención. Ya no tengo mi vestido puesto. Por la inercia tomó asiento y hago la sábana a un lado. Tengo puesta una bata blanca con botones al frente. La tela me llega debajo de las rodillas, eso me permite ver el horror. Mis dos piernas están llenas de vendas, al igual que mis brazos.
Pero eso no es lo peor de todo.
Cuando intentó extender mi otro brazo, algo me lo dificulta. Intento jalar otra vez, pero tengo que mover dos almohadas con el otro brazo para ver qué pasa. Abro más los ojos cuando reconozco una cadena y una esposa alrededor de mi muñeca. Estoy encadenada a uno de los postes de la cama.
Joder.
¡Estoy encadenada, como una delincuente!
Vuelvo a jalar en repetidas veces, una atrás de otra, pero el esfuerzo es inútil. En verdad esto está sucediendo.
La respiración se me acelera y las piernas me comienzan a temblar. Intento gritar, pero es en vano. Las palabras se quedan atascadas en mi garganta, que solo pequeños gemidos salen. Comienzo a ver a mi alrededor para tener una mínima idea de mi ubicación, pero apenas y alcanzo a reconocer el exterior, además todavía es de noche.
Estoy en una cama para una persona, la habitación es un poco pequeña. A mi lado hay una mesa de noche con un cuadro en donde hay un versículo de la biblia. Al fondo hay dos puertas, imagino que una es del sanitario y la otra de la salida. Por lo demás, no hay nada destacable.
Mis bruscos movimientos me pasan factura, mis piernas me duelen, y el sueño vuelve. Con delicadeza, me vuelvo a recostar y taparme con las sábanas para calmar el dolor. Cierro los ojos y esperó a que venga alguien a darme señales de vida, pero el cansancio me alcanza de nuevo.
Caigo dormida sin poder evitarlo.
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Mirada Cruel
Roman pour AdolescentsEn la ciudad de Nueva York nada es lo que parece. Y Nataly lo supo muy bien... a las malas. *** Nataly no sabía a lo que se enfrentaría cuando el magn...