🔴Capítulo 37🔵 Yo también te he mirado Stella

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Realmente esperaba que Skandar no se presentará al castigo, digo se ausentó dos días. ¿Qué más da que vuelva? Además, está golpeado, dudo que logre levantar unas simples hojas sin que le duela, aunque cuando se trata de él, nunca se sabe. 

Tengo que aceptar que cuando entró a la bodega, minutos después de mí, me llevé una gran sorpresa.

—¿Me veo tan mal? — es lo primero que me dice.

—Para nada — él eleva una ceja y me corrijo —, sí, no...bueno un poco mal sí que luces.

—¿Se supone que eso es una respuesta?

—Sí, creo — respondo un poco insegura.

—Bueno, es que retrocediste del susto cuando me viste entrar — entrecierra los ojos. No sé por qué se sorprende, está peor que la semana pasada. Esta vez tiene dos moretones en las mejillas, y el labio inferior hinchado. Pero la peor parte son sus manos, que, aunque están vendadas puedo ver sangre seca en sus uñas.

—¿De verdad? — resoplo —, no me di cuenta.

—Si claro — me dice sonando no muy convencido, cierra la puerta y deja sus cosas en el sofá, al fondo de la bodega. Soy consciente de sus lentos movimientos, a comparación de anteriores días.

—Nataly — lo volteo a ver de improviso —. Te acabo de hacer una pregunta.

—Oh, cuál... — él se dirige a la mesa.

—Ya no importa, la acabas de responder — dice sombrío, comienza a revisar cada expediente, pero puedo notar que se aferra con fuerza a la mesa.

—Deberías ir a un médico — le aconsejo con buenas intenciones, aunque al decirlo parece todo lo contrario.

—¿Me estás echando? — dice con su vista puesta en los expedientes.

—No, es solo que no luces del todo...

—¿Bien? Lamento decepcionarte, pero me siento de maravilla — me dice, con su mandíbula apretada, intenta apilar unas hojas, pero sus movimientos son torpes.

—Deberías ir a la enfermería... — le vuelvo aconsejar preocupada.

—Tienes un afán de evitarme que a veces me... — se interrumpe así mismo, luego resopla —, veo que ya completaste esa pila.

Intento descifrar esas palabras que ya no pudo decir, buscarle una explicación a esa manera tan abrupta que tiene de cambiar de tema, es lo peor.

—Te vas a quedar ahí viéndome o piensas trabajar en algún momento — dice clasificando torpemente las hojas. Su fastidioso tono es el que me arma de valor para serle sincera, camino y me pongo a su lado.

—Luces miserable — le susurro, él me mira a los ojos al instante y se acerca un poco más —, estás demasiado débil, así no me puedes ayudar.

—Puedo decir lo mismo — replica —. ¿Te has visto al espejo? Pareciera que no has dormido en días — sus palabras no me ofenden, aunque el chico tenga esas intenciones puedo percibir otras. Intenta provocarme, pero aún no sé para qué.

—Solo creo que deberías ir a la enfermería, tu trabajo es ineficiente — señaló lo obvio, intentando calmarme por su necedad.

—¿Por qué estás tan amargada? A veces eres tan estresante, tú deberías ir a la enfermería a tomar algo que te quite esa cara.

No me voy a molestar, no me voy a molestar, no me voy a molestar.

—A penas puedes moverte, tus movimientos son torpes — me acerco un poco más e intentando mantener la compostura intentó quitarle los papeles de las manos, él prevé mi movimiento y los aleja de mí a tiempo.

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora