🔴Capítulo 54🔵Mi nombre debería ser Nataly "malas decisiones" Sanderson

2.2K 162 18
                                    

Me doy la vuelta rápidamente solo para ver a una persona sentada en el otro costado de la mesa. Enciende una lámpara justo a su lado, y me demoro un poco distinguirlo. Cuando lo logro creo que el corazón se va a salir de mi pecho.

–¿Y tú cómo llegaste aquí? – me pregunta Skandar luciendo una sonrisa arrogante.

No puede ser cierto.

Intento buscar una excusa coherente, no sé si alguna lo logrará convencer. Pero eso ni siquiera es el problema, mi estúpida lengua no cede, es como si pesara dos toneladas. Aunque Skandar tampoco luce ansioso por una, desde que me habló solo se la ha pasado contemplándome. Y eso solo me pone más nerviosa.

¿Qué estará pasando por su cabeza ahora mismo? ¿Qué piensa hacer ahora...?

Estoy considerando en huir, sería sencillo, pero otra vez me encontraría perdida y...

–Ni se te ocurra en lo más mínimo — me dice de nuevo y como si hubiera leído mis intenciones le echa un fugaz vistazo a la puerta —. Siéntate — me pide o más bien ordena.

Me quedo quieta.

No tengo un buen presentimiento.

—Siéntate Nataly — vuelve a decir Skandar señalando la silla, se endereza de forma sagaz, marcando terreno. Quizás sí debería huir, estoy más cerca de la puerta y esos segundos de más serían beneficiosos...

—Nataly siéntate, no me hagas ir por ti y obligarte hacerlo — me dice veraz, su sonrisa se le borró por completo y es reemplazada por una línea recta —. Solo quiero ahorrarte un momento no muy cómodo, siéntate.

—No, yo no — comienzo a decir por primera vez.

—¡Pero si por fin te dignaste a dirigirme la palabra! — me dice manteniendo esa expresión —, pensaba que ya habíamos pasado esa etapa en donde te hablaba y tú no me decías nada coherente.

—Es que no sé qué decir — le digo avergonzada, apretó los puños por escucharme tan estúpida.

—Yo te puedo ayudar con eso, pero estás un poco alejada — alza ambas cejas expresando su punto. Me obligo a caminar, además, no quiero que venga por mí, no puedo ni imaginar lo que pensaba hacer. Me siento en la silla y pongo mi mirada en la mesa.

—Debería irme — digo por lo bajo.

Bufa.

—Pero si acabas de venir, además no hemos conversado nada — masculla de nuevo sonando sarcástico —. Comencemos por el principio Sanderson, explícame con lujo de detalle cómo entraste a los sótanos y en ese estado — su mirada me repasa.

—En realidad no hay muchos detalles...— le digo, ahorrando tiempo para pensar en una excusa creíble.

—Que lastima, porque quería escuchar la excusa que tienes. Además, que no eres muy buena mintiendo — chasquea la lengua antes de continuar. — Pienso que deberías usar esta oportunidad para inventarte una buena historia.

—¿A qué te refieres?

—A qué vas a tener que ser muy creativa para convencerme — se recuesta en la silla muy entretenido —, porque todo esto no me huele nada bien Nataly.

—¿Qué pretendes que te diga? — Pregunto confusa, pero solo se encoge de hombros, divertido de la situación —. Está bien, pero si no me crees es tu problema.

–No, ese será tu problema — reitera sin dejar el humor, apartó la mirada nerviosa.

—Hace unas semanas regresé a la bodega donde teníamos el castigo — empiezo —, cuando vi que la librera que estaba pegada a la pared tenía un enorme hueco, me acerqué a inspeccionar.

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora