🔴Capítulo 9🔵Algunos cuarzos y preguntas existenciales.

3.9K 223 13
                                    

 ¿De dónde diablos salió este tipo?

—Las vas a recibir o... — me dice al ver que no le respondo.

—¿Por qué estás aquí? — logro preguntar, aguantando mis ganas de gritarle.

—¿Es una pregunta existencial? — alza una ceja.

—¿Qué? — reacciono.

—Deberías ser más específica con tus preguntas, podrías confundir a la gente.

—Disculpa por no hablarte a detalle, es que me encontraba atareada tratando de recuperar esos papeles — bajo la voz, sacando mi frustración. Me contengo de no arrebatarle las hojas, eso sería estúpido de mi parte. Solo los recibo de y de manera delicada los meto en mi bolsón. 

Ahora no sólo estoy molesta sino intrigada. ¿Para qué tiró todos los papeles, si al final nos iba a ayudar a recogerlos? 

Asiento hacía el cómo una forma de despedida y doy media vuelta para continuar con mi destino. No pasa ni un segundo cuando Skandar obstaculiza mi camino, poniéndose en frente mía.

—¿Qué quieres? — pregunto queriendo ir al grano. — Ya tuvimos suficientes pláticas hoy...

—Creí que mis intenciones eran claras — me dice alzando una ceja.

—¿Cuáles intenciones? — le pregunto, muchas vinieron a mi mente, amenazas, intimidaciones —. Quieres que te repita mi nombre o... — me callo, mordiéndome la lengua.

Relájate Nataly, relájate. 

—No, Nataly, eso ya lo sé — dice, siendo esta la primera vez que me nombra —. Me mentiste, no eres becada — su respuesta me deja sin palabras —, sabía que algo no andaba bien desde que te subiste a un auto último modelo.

—¿Y por qué eso es importante? — aún sigo sin entender sus palabras.

—Oh, es que no me has dejado terminar, verás me gusta saber quiénes son las personas que me rodean. Soy un poco susceptible cuando se trata de los nuevos... — hace una pausa —, y a ti no te vi venir.

—Por mí no te preocupes, intentaré no ser una amenaza para ti — le enseño mi brazalete por un segundo, para que no se note mis temblorosas manos.

—No te ofendas, soy así con todos, pero contigo resultó ser un caso extraordinario.

—Extraordinario — repito confundida.

—Si — empieza a caminar a mi alrededor —, lo que me tomó por sorpresa es quien te trajo aquí.

Era tan obvio. Esperaba que ese pequeño detalle lo pasara por alto, así no tendríamos ninguna interacción. Ahora veo que estaba equivocada.  

—Créeme a mí me sorprendió más — respondo esperando otro comentario despectivo de su parte. 

—Alfonso y Fabiola — me dice volviendo de nuevo a estar frente a mí —, te sacaron de un barrio de Los Ángeles y te trajeron aquí, en una mansión en Nueva York. ¿Adopción? — las palabras las pronuncia mientras se le forma una sonrisa sutil. 

—No sé por qué, pero algo me dice que ya lo investigaste y lo sabes a la perfección — le digo sintiendo un escalofrío en la espalda.

Suelta una risa silenciosa.

—Se podría decir que sí, aunque aún hay un par de cabos sueltos.

Pienso en Fabiola, pienso en Alfonso. No sé si les agradaría la idea de estar ventilando datos íntimos al hijo de sus enemigos públicos.

Mirada CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora