XXIV

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Ella venía despertando casi a medio día, yo solo observaba sus facciones, su nariz súper perfecta, sus labios un poco grandes y rositas, su piel era tan suave, su cara era todo al natural. A pensar de que ella no era tan femenina, tenía mucho cuidado en su higiene.

Empezó a moverse poco a poco, buscaba mi cuerpo, yo de mi parte había pedido desayuno, moría de hambre, además que por el bebé debo de comer por dos. Abrió lentamente sus preciosos ojos grises, en su frente tenía unas arrugas que hacía por la luz del día, se dió pequeños masajes en sus ojos. Estaba algo confundida, la razón, aún no la sé.

—Buenos días amor. – Me dice con una voz ronca pero audible.

—Buen día para ti igual cariño. – respondí, y le pasé un vaso con jugo. —Toma.

—Gracias. – Dió unos pequeños sorbos. —Estaba pensando que podemos ir con tus padres, o los podemos invitar hoy a qué almorcemos juntos.

Me dice, yo aún tenía otros pendientes que hacer, lo primero era ir con la obstetra.  Luego ir al centro comercial por unas ropas de embarazada.

—Tenia otros planes, espero y no te importe. – Le explico mientras tomo el resto de jugo.

—En lo absoluto, pero no creo que te demores todo el día fuera de casa. – Me dió la espalda, se había levantado.

—Lo cierto es que, ya había quedado con unas amigas, con eso de que te estuve llamando, si solo hubieras atendido las llamadas, estarías enterada. – Se detuvo y llevó su mano a la cabeza.

—Ahora que salga de la ducha, hablamos del porqué no te atendía la llamada. – La Vi perderse entre el armario antes de llegar al baño.

Caroline eres una mujer diferente, totalmente crucial, muy superficial, hasta podría decir, que es una narcisista. En estos días que ella no estuvo trate de buscar algo que la involucre en problemas ilegales,  su familia es muy poderosa, a cada segundo le llegan millones y millones a su cuenta. Busque muy cuidadosamente en su habitación, en cada lugar de esa mansión. El único no que revisé fue su oficina, tenía codigo.

Dejé la bandeja en el dichoso escritorio, busqué a su alrededor y pude solo encontrar con su billetera y el celular. Cogí lentamente el celular, para mí mala fortuna tenía un bendito pin.

—Estás lista para hablar. — Cuando la escuché, me quedé helada. Me había descubierto.

—Este....ahn..yo, sisisisi. – Piensa Karla. —Hablemos entonces.

Ella me miró muy dudosa, me moví y observó la billetera y su aparato.

—¿Acaso tu...tu estabas revisando mis cosas?. – Su cara era echa un poker.

—No, absolutamente no, había pedido unos postres para más tarde, pero no encontraba mi cartera y creí que si podía agarrar la tuya no habría ningún problema. –Mientras le explicaba su rostro se volvió a uno tranquilo.

—No hay ningún problema, puedes usar las que quieras. Discúlpame no creí que tenías antojos.

Estaba ella ahí, lamentando lo que había dicho, me concentré demasiado en mentirle que no me fijé que estaba solo en bóxers y la toalla colgaba de su cuello y cubría sus pechos. Su miembro me llamó la atención, estaba algo inquieto. Un dato curioso sobre mi esposa, su pene era grande, flácido era grande, erecto aumentaba aún más, y lo que tanto amo de ese enorme pene es, lo rosadito que está y que está recto.

Me a balancé sobre ella, las hormonas se dispararon al pensar en su miembro, le besé y ella siguió. Seguimos besándonos hasta que sentí que me alzó, enrosque mis piernas en si cintura y me dejé caer, su pene se sentía listo para mí. Nos estábamos besando con mucha pasión, y ella simulaba pequeñas embestidas que chocaban con mi vagina, cada que nuestros sexos rozaban salían pequeños gemidos y gruñidos. 
Empezó a besar mi cuello, a estas alturas ya hacía muy caliente, quería su pene dentro de mi, quería que me llenara demasiado. Tenía hambre de su miembro, quería tenerlo por completo en mi interior..
Caminó y me recostó a una pared más cercana, metía su mano para liberar su miembro, y luego hacer de lado mi ropa interior...

Lograba sentir cómo se introducía en mi interior, cada milímetro de su pene, entraba, estaba enloquecida con eso, tenía tiempo que no la sentía tan grande. Poco a poco fue moviéndose, hasta que llegó a un ritmo que ya no logres soportar, grité que parara, sentía que me rompía a la mitad, era un dolor que no lo desearía a nadie. A ella no le parecía escuchar eso, entré más gritaba ella aceleraba los vaivén, acaso ¿Le excitaba eso?.
Ya no podía más, el dolor era demasiado, y solo logré decir por última vez "Detente, me estás lastimando". Todo se volvió negro..
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Estaba en un éxtasis de mucha sensaciones en mi pene, estaba demasiado extasiado. Escuchaba sus gritos, que le dolía, que me detuviera, pero tenía tiempo sin tener relaciones. De la nada sentí todo su peso sobre mi miembro, se había desmayado. Creí que había llegado al orgasmo, sentí cómo escurría algo por mis bolas. Traté de acomodarla, la recosté en la cama, mi miraba fue directo a mi pene, todo rojo, y goteando líquido preseminal con sangre. Me asusté, busque unas toallas para taparme los pechos y mi miembro. Pedí ayuda. No sé demoraron en llegar.

La llevaban al hospital mientras yo me ponía ropa e iba tras de ellos.

"Fui demasiado ruda”
"Le hiciste daño al bebé, estúpida".
"Grandísima idiota."

Esos y más pensamientos se venían a mi mente.

Al llegar al hospital pidieron nombre, lo que había pasado, pero solo pedí por la doctora Peterson, ella era su obstetra. Me seguía lamentando mucho por lo ocurrido, el pesar de saber que lastimé al bebé me carcomía la cabeza a cada segundo.
Tiempo después escuché que me llamaron.

—Señora Montero. –Era Peterson.

—Digame Doctora. –Mi cara era de preocupación.

—La señora Karla está estable, logramos estabilizar la hemorragia. –Senti alivio.— Debemos hablar de los posibles cuidados que debe tener Karla. Necesito saber porqué sucedió eso.

—Yo no sé cómo empezar. –Me miraba con una cara de que ya sabía y quería que yo lo dijera. —Yo salía de la ducha, hablamos un momento, ella se me abalanzó, empezamos a besarnos, luego ya sabe. Estábamos intimando, creo que fui demasiado brusca con ella que empezó a gritar de dolor y no de placer, estaba tan excitada, que no hice caso cuando ella me pidió que me detuviera.

—Bueno, ahora con su relato, y su mal pensar, eso trajo consigo muchos problemas. – La miré extraña.

—¿lastimé al bebé? ¿Está bien el bebé?. –Fue lo único que pregunté.

—Ambos están bien por ahora, ella venía presentando dolores en su vientre, y hoy cuando estaban manteniendo relaciones sexuales, las penetraciones fue bruscas y profundas, quiero creer que su pene entro del todo en su vagina, tocando y desgarrando pequeña parte del útero, el cual fue reparado, pero en estos momentos son cruciales, más sexo por ahora será perdida del bebé. Su esposa debe cuidarse.

"No Pretendo Que Me Quieras"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora