"No Pretendo Que Me Quieras"

XIX

—Eres una hija de puta Caroline, ojalá te mueras. — Grito Tessa. Líne solo giro para mirar a La madre de su hijo.

Caroline sólo estaba riendo, movía su cabeza hacia los lados, y sólo pudo decir. — “Lo sé”.

Tanto fue el cinismo de la joven de ojos grises que irritó a Tessa.  Nadie más nada dijo, no podían protestar.
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Líne sabía que lo iba a poder con dos mujeres embarazadas, con cambios de humor, sabía que su vida sería un infierno, optó por quitar su estrés, fue a su gimnasio privado y empezó con los calentamientos. Después de casi una hora Line pasó de pesas al saco de box, estabas tan enojada, que los golpeó sin protección, golpe tras golpe, si los nudillos de Montero hablaran, le estuvieran suplicando.

Se preguntaba, ¿Que iba hacer?.

Se dió cuenta de unos cuantos golpes más que se estaba lastimando mucho los nudillos. Salió de ahí, tenía que pasar por la parte de la sala, la sangre iba goteando, siguió hasta las escaleras, los que estaban haciendo su trabajo miraron a su jefa en pantalones de vestir, la camisa arremangada y desabotonada, la corbata floja, sudada. Caroline pasó sin hablar a nadie. Tessa y Karla solo estaban a la expectativa, se miraron y se dieron cuenta que estaba furiosa, era mejor eso, a qué se desquitara con alguien más.
O eso pensaban ellas. Estaban esperando indicaciones ya que Tessa dijo que no iba a firmar nada, y Karla, ella respeto la decisión. Cecilia solo estaba cerca de su hija, le daba el consejo de que firmara, pero no hacía caso. Media hora después escucharon las pisadas en las escaleras, el perfume caro de su jefa se hizo presente, Caroline venía descendiendo con traje ajustado color negro.

Observaron que sólo pasó de largo. Ni al chófer le dijo nada, un poco después se escuchó el motor de un auto salir a prisa.

—Eso no marcha bien. _ Susurro unos de los guardias.

—Supongo que irá al pent, ya sabes a qué. _ Seguían hablando bajo.

—Espero y aguante, pobrecita.

Karla medio alcanzó a escuchar, ¿Pobrecita quien? ¿Caroline?.

Lo que ella no sabía es que, Caroline quería quitar su enojo y estrés con unas de su sugar baby.  El penthouse de Caroline era uno de los más grandes, más lujosos, mando a decorarlo a su gusto, a ella siempre le importó lo que a ella le hace feliz, cuando sus padres le criticaron el porque su penthouse era solo en negro y blanco, ella sólo respondió, “Yo lo estoy pagando”. No es que Caroline sea grosera, sólo que pues nunca dependió de nadie, es cierto que sus millones fueron a bases de otras cosas, para la sociedad ella es reconocida por manejar diversas fuentes de dinero, entre ellas Cadenas de hoteles, restaurantes, clubes de fútbol entre otras cosas más. También es cierto que la familia de su madre fueron grandes empresarios, el cual su fortuna proviene de aquello.  Ahora bien, aunque sea la segunda hija del matrimonio, a ella le corresponde manejar todas las empresas, su hermano, al no mostrar interés por los negocios, madre y padre se vieron obligados a qué su hija sea la sucesora de todo, en pocas palabras Caroline es la dueña de la casa, su padre ya no estaba en condiciones, así que esa era su obligación.

Caroline siempre fue liberal, sus padres al saber su condición pensó que sería algo traumático para la chica, pero todo lo contrario, digamos que fue un extra. Estaba entrando al estacionamiento privado, sus hombres al ver el auto, llamaron al ascensor, era tecnología avanzada, cuando Caroline estaba dentro ella tenía que poner código de seguridad, reconocimiento facial y huella dactilar. Los códigos se cambian constantemente, así que si piensan que robar o secuestrar a alguien en ese lugar, sería muy difícil de penetrar.

Ya estando en tu pent, quitó su saco y lo colgó en el perchero, caminó y mientras se acomodaba la camisa negra. La sugar baby tenía instrucciones, el cual consistía en esperar, Caroline tenía 10 minutos o más para relajarse y luego tendrían sexo. En algunas ocasiones sólo se sientan a tomar vino, otras Caroline le explica mucho sobre cosas de la universidad que no saben. A decir verdad, Caroline no era mala, era tan dulce. La chica que estaba en la recámara en espera tenía 20 años, llevaba desarrollo empresarial, el visto bueno de Caroline es, que la chica tenía un potencial, ella se encargaría de que llegaria muy lejos.