XIII

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Caminamos hasta llegar a donde se iban a marcar a los caballos, junto a mí, mi esposa, Caroline. Con su porte y actitud de fiera indomable. Al llegar, esperaban varios tipos algos fornidos, empleados de los monteros y los que iban a trabajar con los caballos.

—Buenas tardes caballeros. —Dijo mi esposa. Yo tenía mis manos sujetando su duro y tonificado brazo.

—Buenas tardes Señorita Montero. — Comentó uno.

—La dama aquí presente mi esposa, la Señorita Karla Montero. — escuchar eso se me erizó la piel, me habia presentado por primera vez con su apellido.

—Un gusto Señorita Karla. — Me tendieron la mano.

—El gusto es mi muchachos. — Estaba sonrojada por todo.

—Bien caballeros, procedan con el trabajo, Pablo, necesito que todo esté en orden y que nada de errores. — El capataz solo asistió, miraba a Caroline con seguridad, guió su mirada hasta donde estaba y se sonrojo. De inmediato reaccioné, pensó lo de hace rato.

Tragame tierra.

Mire hacia otro lugar para no volver a ver al chico, me ponía nerviosa, le daba golpes simulados a Line, pero no me daba atención, me acerqué a su oído y susurre.

—Me siento incómoda, quiero regresar. — Me miró, su ceño fruncido.

—¿Qué sucede cariño?

—Solo regresemos, por favor. —Suplique.

Ella solo asistió, con sus dos manos agarro mis mejillas y me dio un tierno beso. Cogio mi mano entre la suyas, aclaro que las de ella son un poco mas grandes que las mías. Y si me preguntara porque estaba nerviosa, ¿que le diría?

Llegamos a la piscina casi de 50 metros, muy grande para mi gusto, era un lugar super cómodo y templado de cristales alrededor, a lo lejos miré un saco de box colgando, era raro, mayormente están en los gimnasios, conociendo a Caroline y su vida podría hacer lo que le plazca.

Las camas de playas de color arena se veían espectaculares, a pesar de lo soberbia que era Line tenía buenos gustos en cuanto algunas cosas. Seguía mirando todo hasta que sentí un pequeño jalón, me percaté que mi esposa se habia sentado en unas de las camas, me senté en sus piernas.

—¿Me quieres contar que sucedio? —Su voz fue calmada. Super linda a decir verdad, me empezaba a gustar.

—No fue nada, estar rodeada de hombres me hizo sentir mal. —Mencioné, sabía que era mentira y esperaba a que fuera tan ingenua y me creyera.

—Si hay algo que me gusta en esta vida Karla, es la confianza. Si no la hay esto no puede funcionar, me es injusto que yo sea quien confie en ti después de todo lo que ha ocurrido y tu no puedas confiar una vez en la vida. — Sonaba como a regaño pero aun estaba serena, en su rostro no había rastro de enojo.

—Está bien, tienes toda la razón del mundo. — Dije mientras agachaba la cabeza y tomaba aire, valentía para decirle que sucedía. — Cuando estábamos ahí Pablo me miró muy feo, luego se sonrojo lo que a mi me produjo incomodidad, ahora tengo miedo a que me mire con otras intenciones.

El rostro de Montero fue confundída, ¿como es que no se dio cuenta?. ¿Pablo la miró mal? Confiaba en su empleado, se podrían compartir a las mujeres pero jamás tolerará que quiera insinuar algo con su esposa.

—No debí llevarte — Dijo poniéndose de pie, camino en un tramo de tres metros y volvió, dicho acto se repitió de la misma forma. Pasó su mano por la cara, habia echo mal. —Puedes retirarte si quieres, tengo algo que resolver.

"No Pretendo Que Me Quieras"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora