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Los días siguieron su curso, con ello los mismos problemas en la familia Montero, Caroline y Payton ya tenían una conexión horrorosa. A la joven promesa no le hacía para nada de gracia que los papeles de adopción por parte de sus madres siguieran, estaba enfadada con ellas que empezó a alejarse poco a poco, sin embargo, sus actitudes fueron percibidas por ambas adultas dando por hecho que era un proceso de adaptación. Estaban equivocadas, Payton realmente sufría por las decisiones de sus madres, tanto fue el sufrimiento que cogía ropa de su armario día a día para llevarla a su penthouse, el cuál había sido un obsequio por parte de sus abuelos, Carolina y Adrián.

Uno que otro día pasaba a dormir y volvía a desaparecer, el matrimonio no estaba enterado de ese suceso hasta que un día se les notificó que su hija no asistía al instituto. Un día, dos días, tres días, hasta el cuarto día Payton hizo acto de presencia en la mansión de su familia. Se le marcaba mucho las ojeras, su rostro estaba muy mal cuidado, su cabello antes tenía un brillo de lo mucho que lo cuidaba, sus ojos grises estaban de color negro, la ropa que vestía era demasiado ancha para su gusto. Sus madres al verla se dieron cuenta que esto era mucho más que un proceso de adaptación, sus hermanas estaban horrorizadas por aquella vista.

—¿Dónde estabas?.  –Caroline le ordenó una respuesta a su hija.

El rostro de la joven sólo observo el aspecto de su madre, sonrió y siguió su camino.

—Payton, carajo, no ves tu maldito aspecto,  te das a ver cómo un indigente. – Mencionó nuevamente Caroline.

—No me apetece hablar con alguien, menos contigo Caroline. – Todos a su alrededor quedaron asombrados al escuchar a la heredera hablarle así a su progenitora.

—¿Esos son tus modales? Me debes respeto, soy tu madre, te mencioné que sería la última vez que me hablaras así. – el rostro de Payton estaba sin expresión alguna, demás está decir que se acercó a su madre y contestó.

—Si vas a golpearme que se ahora, no tengo ganas de seguir escuchando sus palabras. – Ofendida por ese acontecimiento tan desgarrador, optó por golpearle pero fue detenida por su esposa.

—Creo que ya fue suficiente por hoy, ve a tu habitación cariño, descansa, hablaremos en otra ocasión.  – consciente de lo que sucedía Karla trato de apaciguar el momento. Dónde no le pareció gracioso a la narcotraficante.

Los espectadores miraban como la joven no era aquella chica que tenía muy buenos modales, respetaba a todos, incluso a la servidumbre, su imagen era impecable. Ahora era todo lo contrario. Observaron subir escalón por escalón mientras encendía un cigarrillo. Eso era nuevo, al verla, todos estaban aún más asombrados, sus madres parecían no creerlo, pese a eso, Karla no iba a decir nada.

—Esto no puede ser posible. – Susurró Caroline.

—Pero lo es Caroline, hemos fallado como madres, espero te mantengas al margen, tienes prohibido seguir lastimando a nuestra hija. – Karla estaba decepcionada de sí misma por no saber cuidar la integridad de su hija.

Nadie mencionó nada, por otra parte, Payton le puso seguro a la puerta y abajo de la cerradura una silla por si abrían con alguna de las llaves, teniendo la silla era imposible abrirla. Encendió un cigarrillo de marihuana, tenía días que empezó a probar aquella sustancia. Divisó una de sus laptop en su escritorio, la encendió para hacer algunos movimientos en un par de habitaciones que eran suya, empezando por el garage donde estaban todos sus autos, el garage del subterráneo donde se encontraban sus motos, su set up, le cambió la contraseña y el reconocimiento de voz. Era impenetrable querer entrar a esas habitaciones. Pasó todo el dinero que tenía a una cuenta privada en el banco Coutts & Co de Inglaterra. Al ser mayor de edad algunos de sus ingresos fueron al percibir un fondo que su madre le había dado, por sus abuelos de ambas madres, dónde alcanzó a percibir más de quinientos millones. Su siguente jugada sería irse a vivir sola a su penthouse, empacó en una maleta un poco de ropa más para trasladarse a su nueva residencia. Al término de hacer todo, salió de su habitación, aún eran las cinco de la tarde de un sábado, con pasos firmes y seguros decidió pasar desapercibido pero fue en vano, un par de guardias de su madre la detuvo.

"No Pretendo Que Me Quieras"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora