Capítulo 8.5: Fuego abrasador (Final alternativo)

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¡H-Huitzilopochtli emerge de las llamas! ¡A-A pesar que su cuerpo está quemado… se ha levantado con una sonrisa diabólica!

Las deidades de Aztlán irrumpieron en gritos de triunfo; aunque el estado de su representante fuera tan decadente, ninguno mostró temor en perderlo. Coatlicue también se sintió confiada de su hijo, que le impulsó a gritar como una joven dama que ya no era.

– ¡Vamos mi Huitzi! ¡Confiamos en ti!

Los humanos por un momento se vieron intimidados por la reacción tan positiva de tales dioses, aunque no todos. Al menos, no los amigos del semidiós.

– ¡Aquiles! – Patroclo fue el primero de ellos – ¡No te rindas!

– ¡Vamos hermano! ¡Hazlo pedazos!

– ¡Acaba con ese rarito!

También los soldados de las ciudades-estado de Grecia se unieron por el semidiós, e incluso los hombres de Troya; en especial Héctor, su gran némesis de toda la vida.

– ¡Derrótalo de una vez, semidiós!

La décimo tercera valkiria tampoco quiso quedar detrás con los clamores.

– ¡Aquiles…! ¡Tú puedes!

Con el apoyo que escuchaba tras sus espaldas, Aquiles se sintió más confiado y seguro frente al mexica que con su herida quemada aún me mantenía de pie y sonriendo malévolo.

– Ahora… Permíteme derramar toda tu sangre, "dios".

– ¿Permiso?… ¡Yo no lo necesito para acabar contigo!

Ambos corrieron uno contra el otro, chocando sus puños en sus rostros: Aquiles con calor que marcó sus nudillos en el rostro del dios, y Huitzilopochtli con el mismo resultado pero debido a su tremenda fuerza.

El semidiós quedó algo desorientado por el golpe, pero no tanto ya que pudo dar una patada en la herida quemada del dios; esperaba que el dolor le hiciera retroceder, pero no fue así.

Ocurrió todo lo contrario: Huitzilopochtli solo se emocionó más. Tras ellos comenzó su rutina de ataques uno contra el otro; golpes candentes de parte de Aquiles, rutinas desesperadas y frenéticas, mientras que Huitzilopochtli se la pasó lanzando cada vez golpes con fuerza abrumadora y abismal que aumentaba a pesar de la perdida de sangre, y a veces estrategias que aturdían al griego hasta dejarlo sin aliento.

Todo hasta que se dió aquel momento; Huitzilopochtli levantó su pierna y dió una patada descendente con lo cual logró enterrar la cabeza de Aquiles en el suelo, dejándolo al parecer inconsciente.

Los espectadores quedaron anonadados y sorprendidos; poco le importó al mexica quie levantó el rostro con sonrisa sangrienta.

Una expresión perturbadora, pero de victoria. Suficiente para los dioses que sonrieron con emoción por el desenlace.

– ¡I-Increíble! ¡Con tan solo unos pocos golpes más Huitzilopochtli consigue quedarse con la victoria de este combate!

– ¡Siii! ¡Nuestro señor Huitzilopochtli ha ganado!

– ¡Una victoria más para los dioses!

– ¡Huitzi! – Coatlicue abrazó a Cuahuitlícac llorando de emoción – ¡Ganó! ¡Tu hermano ganó! ¡¡Siiii!!

Por su parte, Huitzilopochtli se agachó un poco para susurrarle a Aquiles en el suelo.

No cantes victoria. Me encargaré de bañarme con tu sangre, pero… tal vez no hoy. Te ganaste un día más.

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora