Capítulo 44: Una mujer a quien cumplir...

1K 52 147
                                    

Dentro de una de las antecamaras de la humanidad, estando sentado en su silla para mirar la pelea la emoción creció dentro de ese hombre con rapidez.

Desde hace un largo rato que había estado viendo la pelea entre el Caudillo del Sur y el celta astado, pero justo en esos últimos momentos cuando el Dios uso magia negra para superar al humano fueron los que captaron su atención.

Su corazón se conmovió con las palabras del mexicano acerca de la humanidad y su deseo de la libertad. Por ello, el hombre no se contuvo por más y tuvo que gritar con todas sus fuerzas aunque fuera a una pantalla que no iba a escucharlo.

Ese humano era...

– ¡Tu puedes Zapata, hermano! ¡No olvides nuestro patriotismo: no dejes que ese Dios extranjero te mate! ¡Un mexicano como tú no merece ese tipo de muerte!

Simón Bolívar, el Gran Libertador de América.

También declarado a si mismo como mejor amigo de Emiliano Zapata, desde que se conocieron en su viaje a los Campos Elíseos.

En su mente viajaron sus memorias de dicho viaje, que le trajeron sonrisas por lo bajo; semejantes en ideales, parecido en región de procedencia, y con el mismo espíritu inquebrantable en búsqueda de la libertad y la justicia...

Solo podía darle un fervor de orgullo inigualable.

¡Gana por todas nuestras naciones, Emiliano Zapata!

Los espectadores en las gradas por debajo de la lluvia pudieron expresar su emoción; el lado de los Dioses, inspirados y confiados en la determinación y fiereza de su peleador céltico, pero más que nada los humanos por su general mexicano:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los espectadores en las gradas por debajo de la lluvia pudieron expresar su emoción; el lado de los Dioses, inspirados y confiados en la determinación y fiereza de su peleador céltico, pero más que nada los humanos por su general mexicano:

Todos los humanos lloraban compartiendo en sus corazones el mismo sentimiento de culpa y orgullo: culpa por haber sido responsables del segundo Ragnarok, sintiendo en ellos que no hicieron esfuerzo para ser librados de la mano de los Dioses.

Gran orgullo por el Caudillo del Sur, quien aún con todas esas terribles heridas que bañaban su cuerpo, desde la frente hasta sus piernas, y aún con el brazo destrozado e inservible, seguiría luchando... Seguiría de pie, en nombre de todo su pueblo llamado humanidad.

De inmediato el clamor en las gradas se unió a una sola voz para apoyarlo:

– ¡Vamos Zapata! ¡Tú puedes ganar!

– ¡Confiamos en ti!

– ¡Gana contra esos malditos Dioses!

– ¡Arriba, Emiliano Zapata!

El mexicano escuchó las voces de su gente a sus espaldas, que le provocó dar una gran sonrisa, aunque sangrienta y sucia, detrás de su bigote para aceptarlos.

– Si no hay libertad para mi pueblo, compadre vegetariano, entonces que no haya paz para los Cielos.

– ¿Eso es una amenaza, humano…?

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora