Coatlicue estaba sentada en la cumbre del cerro sobre una piedra con forma de silla, con una mirada tranquila mientras el viento y sol matutinos golpeaban su rostro levemente. Esa mañana era muy cálidamente y amable, más de lo que podría imaginar
Con mucha frecuencia acariciaba su viente con delicadeza y cariño, recordando con antaño y amor al ser que había cargado dentro de sus entrañas, hasta que nació para ser su compañía durante aquel exilio.
Esos 600 milenios no habían sido para nada fáciles. A pesar de que ella era una Diosa muy fuerte y poderosa, cuidar y criar de un pequeño bebé sola y a mitad de un ambiente oscuro, frío y tenebroso como lo era aquellas colinas a donde había llegado la Diosa, era una tarea muy complicada.
Peeo, a pesar de los obstáculos y adversidades, la Diosa prefirió y escogió no rendirse en ningún momento y seguir adelante para cuidar del pequeño Dios que cargaba en su regazo. Ella siguió de pie, luchando y haciendo todo lo que debía de hacer por su hijo.
Sintió unos cuantos pasos salir del bosque que rodeaba el cerro donde los 2 Dioses vivían, lo cual la alarmó y la obligó a tomar una posición defensiva.
- ¿¡Quién es!?
- Soy yo, mamá. No me ataques de nuevo, por favor...
La voz grave que se asomó de los árboles tranquilizó a la Diosa, haciendo que se volviera a sentar con calma y serenidad.
- Hijo, me asustaste mucho... creí que eras...
- ¿Un Centzon Huitznahua? Si hubiera uno cerca, te aseguro que su cadáver ya estaría esparcido en el bosque.
El Dios salió de los árboles y continuó con su caminata. Huitzilopochtli, quien no tenía título divino en aquel entonces por el exilio de su madre, traía cargando en una especie de bolsa de piel un gran bulto que escurría sangre en algunos sitios. La bolsa lucia muy pesada, pero el Dios podía cargarla con una mano sobre su hombro derecho.
- Aquí está el desayuno, la comida y la cena... - anunció mientras caminaba, hasta llegar con su madre - Un par de venados...
- ¿Desde hace cuántas horas estas afuera? - fueron las primeras palabras de la Diosa.
- ... ¿Acaso eso importa? - preguntó burlonamente el Dios - Traje la comida.
- Seguramente has estado afuera desde la madrugada... ¡Y con este frío, solo a ti se te ocurre salir sin abrigo!
- ¿Frío? Mamá, ya casi es mediodía, y el sol esta muy alto y el cielo despejado... ¡Salí sin abrigo porque hace calor!
- Nada de quejas, jovencito. Mejor entra a hacer la comida, que estoy hambrienta.
- Si eso estaba a punto de hacer... - concluyó el Dios, con una amplia sonrisa en su rostro. De inmediato, paso hasta la zona personal de la Diosa y le depositó un beso amoroso en la frente - Te amo, mamá.
- Y yo a ti, Huitzilopochtli... - respondió ella con una sonrisa - Nunca lo olvides.
- Nunca lo haré.
Huitzilopochtli volvió a tomar el par de venados de la bolsa y entró en la pequeña casa donde habitaban, que consistía en un conjunto de ramas y hojas de palmera que formaban una casa simple y sencillo, pero lo suficientemente cómoda y perfectamente construida para que incluso las goteras fueran imposibles.
Ahí siguió Coatlicue, posando su mirada específicamente en un punto indeterminado donde imaginaba la lejanía del reino de Aztlan. Un sentimiento de nostalgia entró en ella.
- Quisiera que... - comenzo a balbucear con un sentimiento de tristeza - Me hubiera gustado... que nacieras dentro... dentro de las murallas... De la preciosa Aztlan...
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Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok I
FanfictionPrimer arco: Han pasado 1000 años desde que ocurrió el Ragnarok. Los Dioses han convocado una nueva reunión, para hablar de aquellos acontecimientos y, en especial, de su humillante derrota. Pero todos los que siguen de pie no quieren afrontar esta...