Capítulo 30: ¿Victoria o amenaza?

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- Ah... ah...

- ¡Geir! ¡Quédate dónde estás!

La voz masculina del espartano, a pesar cargar un serio tono de preocupación, tranquilizó de inmediato a la pelimorada valkiria quien soltó una gran bocanada de aire.

Sin embargo, decidió moverse para saber su estado: sintió una pesada una roca estaba sobre ella, pero la posición de las rocas a sus costados creaba una pequeña cueva en donde se hallaba encerraba. Podía moverse, aunque no lo suficiente para salir sola.

Miró a su alrededor, aunque el polvo que levantaba con sus movimientos arrastrados no la dejaban enfocarse con claridad, pero pudo verse rodeada de rocas y escombros. De inmediato una pregunta surgió en su cabeza.

¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo había terminado en esa cueva de escombros?

Lo último que recordaba era muy confuso: una densa y palpable oscuridad inundó todo de manera literal, como si de repente se hubiera quedado ciega. Momentos después una luz emergió del cielo para iluminar todo, y antes de reaccionar a lo que acababa de suceder el estadio entero se estremeció y los escombros, al parecer, cayeron sobre ella.

Sus oídos retumbaban, como si estuvieran así desde hace un rato, y un líquido corrió de su frente; se tocó y aún en la oscuridad alcanzó a distinguir las características de su propia sangre.

Estaba a punto de moverse en su pequeña cueva otra vez, cuando de repente la piedra que la encerraba se levantó y entró la luz. Se movió para mirar hacia arriba, pero se deslumbró unos momentos sin darse del todo cuenta del griego que arrojaba la piedra lejos.

- ¡Geir! ¡Ya te encontré!

El soldado se estiró y tomó a la pequeña valkiria de la cintura; por instinto Geir respondió similar y se aferró al agarre del espartano, para que momentos después la valkiria se abalanzara y abrazara el cuerpo de Leonidas en un pestañeo que sorprendió incluso al hombre.

- Geir... ¿Te encuentras bien?

- ¿Eh? Si, si... Muchas gracias.

Ambos se quedaron de esa manera por unos momentos en silencio. Entonces la valkiria levantó la mirada y vio un poco más el entorno, dándose cuenta que tuvo la mala suerte de estar en donde cayeron el 90% de los escombros, mientras que cayeron a su alrededor solo había vidrios rotos, hojas caídas, y una que otra piedra tirada.

A unos metros, la valkiria observó a sus otras 2 hermanas; al parecer Skuld atendía algo que le ocurrió a Sigrune, y eso le preocupó bastante. La valkiria se separó del espartano y con mal equilibrio se puso de pie y empezó a caminar hacia sus hermanas.

- ¡Her... Herma...!

- ¡No te esfuerces! Yo te llevaré.

Leonidas no dudo en tomar a Geir para cargarla debajo de su brazo y entonces ambos se acercaron a la escena de las valkirias.

- ¡Cuidado Skuld! ¡Me duele!

- Sé que te duele... ¡Y más te dolerá si sigues moviéndote!

- ¡Lo siento!

En cuanto se dieron cuenta de su llegada, Skuld (quien normalmente vivía con una cara fruncida) se alegró con un rostro de esperanza recuperada.

- ¡Geir! ¡Estás bien! ¡Y completa!

- S-Si... Me alegra estar completa, aunque no del todo... - levantó su dedo para indicar su frente; sin embargo, aunque por fuera parecía estar muy bien, por dentro no se sentía de la misma manera.

Geir volteó para ver a Sigrune.

- ¿Sigrune, tú estás...?

- Me gustaría decirte que si pero... - levantó su brazo izquierdo y con su derecha se señalo: un pequeño pero profundo corte se dibujaba entre las costillas de la valkiria, rasgando su piel y manchando su ropa de rojo carmesí - Estoy con una fea muy herida gracias a un maldito vidrio volador.

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora