Capítulo 34: Nilfheim

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Aquiles respiró reperidas veces muy agitado. Eso que acababa de ver parecía ser la peor pesadilla que se pudo imaginar, pero por desgracia todo eso era verdad.

Había mucho miedo y confusión en su cabeza; tanto que se sentía a punto de morir... de nuevo.

- ¿Qué...? ¿Qué diablos está pasando?

Sintió la mesa debajo de él, aquel pedazo de piedra frío, y decidió removerse hasta sentarse sobre la misma. Por algún motivo, tal vez por esas imágenes en su cabeza, se sentía cansado; además que su cuerpo tembló ante un frío que se coló en su cuerpo.

Se llevó una mano al cuello, sintiendo aún en su piel la sensación dura, filosa y ardiente de esos dientes que le cortaron la cabeza; pudo sentir como una pequeña cicatriz alrededor, pero fácilmente pudo haberla descartado por su simpleza.

Dirigió su lado derecho, que debería estar calcinado y desaparecido en casi su totalidad; al contrario, su brazo estaba ahí como si nunca lo hubiera perdido. En el estómago solo había una cicatriz circular por el golpe de ese Dios, y por último en su talón notó otra cicatriz con la forma de la mordida de la serpiente.

De hecho, vio que su cuerpo ya no tenía la armadura que le habían dado los enanos; el casos, la coraza, la capa, escudo, lanza, espadas. Todo había desaparecido, y en su lugar estaba vestido con las ropas simples que estaba usando cuando viajaron del Valhalla a los Campos Elíseos.

Pero, ver que seguía completo con solo unas pocas cicatrices, lo asustó mucho más de lo que ya estaba.

- ¿¡Qué!? ¿¡Qué diablos está pasando!? - se palpó el cuerpo repetidas veces, confirmando que de algún modo estaba vivo. Se tocó la cara al final, respirando muy asustado - Y-Yo... morí en el Ragnarok... Entonces... ¿¡Por qué sigo vivo!?

Unos aleteos del exterior le interrumpieron el pensamiento. Levantó la cabeza y vio cómo en la pared frente suya, en la esquina derecha, se abría una puerta que dejó entrar a un par de aves, que reconoció de inmediato como cuervos.

Sin embargo, uno era negro como azabache y el otro blanco como nieve, que le consternó aún más, y el constraste le confundió todavía más.

- ¡¿Qué rayos!?

- ¡Acaba de llegar uno más! - habló el cuervo blanco, aleteando frente a la puerta - ¡Así que nuestra señora decía la verdad!

- Ella siempre dice la verdad... ¡Eres un tonto si dudaste de ella! - el cuervo negro, en cambio, aleteó hasta llegar a Aquiles, y sin siquiera preguntar se paró sobre su rodilla - Tardó un poco más de lo que esperaba, pero finalmente llegó.

- ¡Hey! ¡Estás parado sobre su pierna! ¡Muestra un poco más de respeto, Munin idiota!

El cuervo negro levantó la vista y casi de inmediato lo reconoció, llevándose un susto que le provocó volver a volar en el aire.

- ¡Aquiles! ¡El semidiós griego que derrotó a toda la ciudad de Troya!

- Nuestra señora dijo que él sería el primero del lado de la humanidad. Aquiles, el semidiós, contra el colibrí del sur, Huitzilopochtli-sama.

- ¡Es cierto! ¡¿Cómo pude haberlo olvidado!?

- ¡Oigan, ustedes 2! - Aquiles quiso estirarse para tomar a alguna de las aves, pero sabía que estaba tan asustado que podría hacerles daño - ¿¡Qué está ocurriendo aquí!?

Los cuervos, aleteando en el aire, se miraron uno a otro.

- ¡Rayos! Mil años han pasado desde la última vez que tuvimos visitas... ¡Ya se me olvidó cómo hacer esto!

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora