Capítulo 13: Pelea hasta el final

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- Muy mal, Majestad... Un punto en contra de su trono...

El temblor que le generó a Jingu esas palabras fue notable para Sobek, por lo que el cocodrilo relajó su postura y movió sus manos para contemplar sus garras.

- Creí que habría más modales en una gobernante de naciones... que además es diestra en el arte de la espada... - comentó el cocodrilo, mirando sus garras como si acabará de tener una sesión de manicure - Existen ciertos valores... como "no atacar a alguien que no tiene su arma" por la deshonra del guerrero... o eso creo...

Jingū seguía de pie y quieta ante las palabras de Sobek, pero Hrist dentro de ella le impulsó.

« ¡Jingū, no te dejes intimidar! ¡Ataquémoslo de una vez! »

« ¡S-Si! » Jingū movió sus piernas y dio un salto para dirigirse hacia Sobek de frente.

- ¡La peleadora de la humanidad se dirige a toda velocidad contra el peleador de los Dioses, aprovechando que ya no cuenta con su arma!

La mujer se movió a toda velocidad, pero Sobek seguía mirando sus manos con indiferencia ante los movimientos de Jingū. Esta falta de atención le provocó momentáneamente un enojo a la espadachín.

- ... - Pero, sin importar cuantos centímetros de distancia se reducían, el cocodrilo seguía sin darle importancia, y ni siquiera dirigió sus ojos a Jingū.

Y en cuanto la punta de la hoja metálica que cargaba Jingū se posicionó a centímetros del Dios, este habló nuevamente con un tono de voz autoritario.

- Pero, si recuerdo una norma específica...

Con gran velocidad, Sobek movio su pie derecho pada dar un paso atrás acompañado de un cuarto de vuelta que le permitieron a Jingu pasar y entrar en el espacio personal del cocodrilo.

Dentro de ese espacio y momento, Sobek movió su mano derecha y consiguió tomar a Jingu del hombro, deteniendo en seco su avance y haciendo que soltara nuevamente su espada. Con la mano posicionada en el hombro de la mujer, Sobek estiró sus garras y acompañando el agarre que había hecho enterró sus garras en el brazo de Jingū.

Y finalmente, de un solo movimiento y aprovechando su diferencia de alturas, Sobek levantó su brazo y con ello a Jingū, quien instintivamente se sujetó el brazo de Sobek para no caer.

- ¡I-Impresionante! - exclamó Heimdall al captar todo - ¡Sobek sin arma aún puede pelear! ¡Usando sus garras, ha levantado a Jingū con una sola mano!

- ¡! - Atenea se quedó muy impresionada, junto con sus hermanos Ares y Hermes. Pero Zeus, con una sonrisa notable en su mirada, lucía mucho más tranquilo.

Líf y Lífthrasir quedaron boquiabiertas y sin aliento para respirar; parte de ellas sentía una gran emoción por ese movimiento, pero la preocupación por Jingū también salió a relucir. Sasaki se asustó por la forma en que había actuado el Dios, incluso después de haberlo previsto.

- ¡! - Jingū con forcejeo instintivos se movía en su posición, aunque la sorpresa no le dejaba actuar más de aquello.

Por su parte, Sobek miró con arrogancia a la mujer y volvió a hablar.

- Si pierdes tu arma, usa tus manos. Si pierdes tus manos, usa tus dientes. Si pierdes tu cabeza, maldices en el infierno o el cielo. Pero nunca dejas de pelear.

Con un movimiento agresivo y repentino, Sobek lanzó a Jingu al suelo al tiempo que retiraba sus garras del brazo de la mujer. Ella cayó sobre sus pies de espaldas y a un lado de su espada, soltando un leve quejido por el gran dolor por la herida recién formada que tenía en su brazo. Sobek se preparó y expulsando las garras de su mano derecha nuevamente tomó impulso para asestar un golpe directo con su mano.

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora