Capítulo 6

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Esta sensación era extraña, un calor corporal diferente. Cuando mi cabeza reaccionó abrí los ojos con lentitud encontrándome con el rostro de Jorge a pocos metros del mío. Fue tan extraño, pero se sintió bien ser abrazada por alguien más. Lo detallé y acaricié el contorno de su rostro, de verdad que este chico era guapo a morir, fui una tonta.

Pero en esta ocasión no iba a dejar pasar el tren. Dejaría que las cosas fluyeran, ya era tiempo de soltar eso que me hacía daño, no podía seguir atada a una persona que no me valoraba, que no sentía remordimiento por estar revolcándose con otra mientras sabe que lo espero en casa. Eso no es amor, no era lo que yo me merecía.

Abrió los ojos mirándome con un brillo tan bonito que en ese momento me sentí especial.

—Buenos días mis ojitos bonitos —expresaba él con voz pastosa.

—Buenos días chico guapo.

—Se siente bien despertar a tu lado. —De verdad que este chico sabía cómo dejarme sin palabras, sentía como mis mejillas ardían por la pena, nadie me halagaba de esa manera y se sintió tan bien—. Si fuese por mí me podría quedar toda vida observándote, pero estoy seguro que ya debes irte.

Volver a la realidad me dejó desganada, no sentía las ganas de llegar a esa casa donde no la sentía como un hogar, pero tenía que hacer las cosas bien, le pedí a Jorge que buscara una casa cerca de la suya que estuviera en venta o alquilada la necesitaba para ya, no quise explicarle más, ya que esto era algo que debía enfrentar por mí misma. Nos levantamos con mucho pesar, pero el deber me llamaba.

Le pedí que no me llevara que mejor me hiciera ese favor y que por la tarde pasara por mí a la oficina y almorzáramos. Lo que no me esperaba era ese recibimiento, se sintió extraño tener esa discusión con él porque yo llegara tarde. ¡Qué rápido se invirtieron los papeles!, sin embargo, su argumento no tenía valor al ver el tremendo moretón en su cuello, ¡maldita, mil veces maldita!, siempre hacia esas cosas parecía una perra marcando territorio.

Más esta sería la última vez que me aguantaba esas cosas, yo no era una mala mujer, nunca se me pasó buscarme un amante para que me hiciera el favor, entonces por qué él me lo hacía. Ese hombre que creí conocer, que alguna vez pensé sería el esposo perfecto, un hombre respetuoso que se desviviría por su familia, nunca existió. A lo mejor este era mi castigo por haberle arrebatado su libertad para estar con quien amaba.

Entonces me lo merecía. Ya había pasado mucho tiempo y creo que mi castigo fue más que suficiente, no negare que me impresioné al verlo desnudo en la ducha conmigo, muchas veces había soñado con un momento así, y las veces que intenté hacerlo, él se marchaba dejándome sola. No era bonito estar discutiendo con alguien en el baño y menos desnudos, pero me había tocado la tecla y solté parte de lo que deseaba gritarle, me dolía tanto que terminé en el piso llorando como siempre. Lo sentí abrazarme por primera vez, y no me sentí bien con su cercanía, menos el ver el recordatorio en su cuello.

Salí del lugar para vestirme e ir a la oficina, tenía una rutina, pero esa, ya se acabó. Fui por mi ropa cuando una notificación me llegó, había varias imágenes de casas preciosas tal como le había indicado a Jorge, se movía rápido. Reí emocionada, porque sentía que no todo estaba perdido. Toda esa emoción se fue al verlo. Paré de manera abrupta para vestirme y marcharme. Era viernes así que solo me coloqué un jean una camisa tres cuartos holgada y unos deportivos, no era convencional que me vistiera así, pero si quería cambiar, debía hacerlo con todo.

Me encantaban estos looks, pero los dejé de usar creyendo que vistiéndome con más clase y porte llamaría su atención, nada valió la pena. Así que volví a mi vieja yo, y me encantaba. Bajé a la cocina besando a mi nana que me veía extrañada.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora