Capítulo 9

1.3K 54 3
                                    

     Cuando te acostumbras a una rutina hay cosas que son difíciles desapegarse. Pero tenía que hacerlo, sin embargo, no podía borrar de mi cabeza el momento de arrebato con Benjamín, cuantas veces soñé con un momento similar, y justo cuanto llegaba, de manera involuntaria mi mente evocaba a un chico de ojos claros.

     Esas semanas con Jorge habían sido completamente diferentes, era como tener a un chico cortejándote haciéndote sentir querida valorada, nada de eso lo había experimentado y que sea con ese chico era simplemente maravilloso. No podía decir con exactitud que pasaba en mi corazón, porque en el momento que Ben me besó y me tocaba, algo en mí se acrecentaba, y podía jurar que solo se trataba de mi deseo, pero ese amor que alguna vez sentí, ya no estaba, era solo costumbre y capricho.

     En cambio, cuando sabía que lo iría ver, unas mariposas se instalaban en mi barriga dejándome perdida, tal cual como una adolescente. Y lo que más me agradaba era que no había maldad en sus actos, no buscaba la manera de besarme o tocarme. Era como ir paso a paso, increíble que a nuestra edad nos comportemos como unos niños. Pero me gustaba, simplemente me gustaba. Me estaba dando cuenta que sus sentimientos siempre estuvieron allí, fui la ciega que no los vio, incluso ese día cuando me salvó, pasó esa conexión, pero la ignoré porque según yo, amaba a otro.

     Lo que ignoraba era que Jorge siempre fue ese chico de mi vida. Y todavía se mantenía allí, cuando nos volvimos a reencontrar cinco años después. Quería creer que no era tarde, que podíamos intentarlo, sin embargo, quería sanar, soltar y volver a amar. Solo hacía falta que Benjamín no pusiera resistencia y que firmara, ya que no me mudaría hasta que los papeles estén listos.

     Estaba concentrada en unos documentos cuando escuché el sonido de la puerta y vi como un peluche pequeño asomaba su cabeza, sabía quién era.

     — ¿Se encuentra por acá la mujer más bella del mundo? —preguntaba Jorge haciendo una voz chistosa y moviendo el peluche.

    —No sé si seré la más hermosa del mundo, pero yo estoy aquí.

    —Para mí siempre serás la mujer más hermosa del mundo —dijo entrando por fin.

     No pude más que sonreír, me levanté para abrazarlo y darle un beso en la mejilla. Era lo más lejos que me permitía llegar, no quería hacer nada mientras estuviera casada, ya que me convertiría en Ben y no lo quería realmente.

     —Toma preciosa, espero te guste —expresaba extendiéndome el peluche, u hermoso panda.

    —¡Claro que me gusta!, sabes que los adoro y más si es un panda.

     —Me alegra —Su expresión era triste y eso me preocupaba.

     — ¿Por qué estás tan triste?

     —Toma asiento, vengo de hablar con Benjamín —comenzaba a explicar—. No firmará nada, dice que luchará, que le dieras un mes y si en ese tiempo no logra recuperar un poco tu confianza los firma.

     —No lo acepto —dije sin pensarlo mucho, no necesitaba más tortura.

     — ¿De verdad?

     —Jorge, esto lo estoy haciendo por mi propio bien, no lo hago por lo que sienta por ti ni nada parecido, es por mí, ya no quiero más sufrimiento.

     — ¿Me quieres? —preguntó atónito.

     —Si —contesté sin más, no valía la pena ocultarlo.

     —En un mes estaré aquí, tengo unas sesiones de fotos en Milán, si para cuando vuelva, tus sentimientos siguen intactos, no hay vuelta atrás Cassandra, te lo juro.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora