Capítulo 11

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     La partida de Jorge de verdad me tenía en vilo. Ver que se marchaba sin tan si quiera permitirme hablar con él y decirle que realmente estaba divorciada y que podíamos intentarlo, me dejó simplemente acorralada. Estaba en la oficina tratando se asimilar lo que estaba sucediendo, me había divorciado, y ahora no sabía cómo empezar. Se sentía tan extraño, ya que venía de una rutina, de una vida diferente y ahora de un momento a otro tengo que comenzar de cero.

—Cass, te llevo a casa es tarde. —Me pedía Benjamín desde la puerta, era extraño, ya que bueno está de más decir que siempre ha estas horas estaba en otro lado.

—Te lo acepto porque no quiero irme sola.

Me sonrió abriendo la puerta para mí, de manera sorpresiva tomó mis cosas y las llevaba, eso se sintió bien y extraño. No me hice mente, no podía verlo como el villano, ya pasó el trago amargo para los dos, solo nos quedaba continuar y no seguir haciéndonos daño. Era momento de soltar, no quedarnos anclados a ese pasado y dolor que nos estaba martirizando y acabando con nosotros, que nos estaba convirtiendo en enemigos.

Llegamos al estacionamiento y nos montamos en su coche, tenía mucho que no me montaba en él. Nos acomodamos el cinturón de seguridad y nos marchamos. Me di cuenta que no íbamos camino a casa.

— ¿Me estas secuestrando? —Pregunté juguetona, pero con acusación.

—No tanto porque te montaste por voluntad propia —bromeaba él.

Lo miré con cara de pocos amigos, no me desagradaba la idea. No quería volver a casa sentía la necesidad de beber, así que nos fuimos a un restaurante a comer. Quería comer pizza y eso pedimos, Ben me hablaba de lo que había hecho en la oficina, de cómo había cerrado un contrato millonario que nos beneficiaria todos, lo escuchaba con atención, pero la nostalgia me invadió.

— ¿Qué sucede Cass? —preguntó con preocupación.

—De verdad me pone triste que esta sea nuestra primera salida juntos, que sea el día que decidimos separarnos —comenté con desgano.

— Lo siento de verdad, Cassandra. Sé que durante todos estos años y no solo hablo de nuestro matrimonio, me refiero a todos esos años que me dijiste que me amabas y te rechazaba. Sonará como excusa barata, pero nunca encontré una razón del por qué lo hacía —explicaba él—, de verdad fue estúpido de mi parte, insano y de odiarme me lo merezco, hubo un tiempo que me daba cuenta de lo que hacías, pero me daba asco de mí mismo intentar tocarte tras haberlo hecho con otra, no podía y por ello te ignoraba, eres bellísima Cass, tu cuerpo es una obra de arte, mas no podía mancharlo mis sucias manos.

» Claro que notaba todos tus esfuerzos, la manera en cómo me seducías, ya te dije el por qué no caía. Muchas veces intenté hacerlo, pero sabía que te lastimaría más si intentaba algo contigo teniendo a alguien. Más me di cuenta que cuando decidiste dejarme sentí que algo me faltaba, que necesitaba de tus atenciones, me hacías falta tú.

Escuchar esas palabras fue un trago bien amargo. No podía asimilar esas palabras no podía creer, que en el fondo si me quiso, un poco, pero lo hizo. Y tuvo que descubrirlo cuando me perdió. No podía creer que la vida fuese tan hija de puta. Comencé a reír necesitaba hacerlo por lo irónico del asunto. Pedí una botella de vino quería beber y lo haría, él me miraba consternado, pero no dijo nada.

—No creas que me burlo de ti y lo que dices, me río por lo irónico del asunto. El puto dicho es cierto, nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes —expliqué mientras me bebía de un trago la copa.

—Cass, no bebas de esa manera, sabes que no eres tolerante al alcohol.

—Siempre hay una primera vez así que no seas aguafiestas, al fin de cuentas tú estás aquí, tu no bebas yo lo hago por los dos.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora