Ya estábamos en camino, deseaba ver a mi novio. Lo extrañaba muchísimo, me gustaba que solo fuera unas pocas horas, porque ya el trasero se me estaba durmiendo y no me gustaba. Sofía y Matías marcaban en un mapa los lugares que deseaban visitar, parecían unos niños y me divertía mucho con ellos, era extraño compartir con alguien más, viajar y sentir que no estaba sola.
La soledad es buena, en cambio, estar sola tanto tiempo no lo era la verdad, es extraño. porque de alguna manera cuando te acostumbras a la soledad, te vuelves completamente independiente, y cuando alguien te ayuda sientes que no necesitas a nadie, solo a ti y nada más, y al pasar mucho tiempo con personas cuando llega el momento de no tenerlos cercas, te sientes perdida, y no sabes qué sería lo mejor.
Ambos casos eran totalmente contradictorios, era necesario, pero no en exceso. Al parecer todo en la vida era así, miraba por la ventanilla como el sol se iba poniendo era algo digno de ver, me gustaban momentos así, era tranquilidad para mí, sin embargo, el cansancio me estaba haciendo mella y Morfeo me reclamó.
♥♥♥
Todo era de otro mundo. Y de noche mucho más. Nos bajamos del avión y caminamos hasta la entrada, hasta que lo vi con un globo en forma de ramo con rosas adentro y luces. Era mágico. Salí corriendo como una niña pequeña y salté a sus brazos sintiendo su calor, él besaba mi cuello, mi rostro haciéndome sentir querida, era mágica esta sensación.
Me bajó para poder besar mis labios dejándome como gelatina, pero unos carraspeos nos interrumpieron, estando a su lado me olvidaba del mundo.
—Lo siento chicos, los presento formalmente él es mi novio Jorge, y ellos son mis amigos.
—Es un placer enorme Jorge, soy Sofía Valente, siento que ya te conozco. Cassi no hace otra cosa que hablar de ti —indicaba mi amiga haciéndome sonrojar—. Él es mi novio.
—Matías hermano, todo un placer de verdad.
Se estrecharon las manos y como hombres empezaron a platicar mientras nosotras íbamos adelante, yo con mi gran ramo, me sentía en las nubes, no podía creer por todas las cosas maravillosas que estaba pasando. Tenía a unos amigos que pese de empezar a conocerlos, estaban conmigo en momentos especiales, nadie se va de viaje así por así.
Caminábamos por el aeropuerto y a fuera vi lo que menos me esperaba, un Ferrari negro, este hombre quería acabar con mis emociones en una sola noche. Me giré para verlo y me guiño un ojo lanzándome las llaves. Las tomé pegando un chillido y saltando, no podía saber por qué mi obsesión por esos coches.
Todos rieron mientras acomodábamos nuestras cosas y yo me montaba en ese maravilloso bebé.
—Cinturones mis niños, que esta noche vamos a volar —indiqué mientras prendía y arrancaba.
Obviamente sabía que no podía volar, porque había normas, y de paso no sabía a dónde íbamos, así que solo hice lo que se permitía, y dejando que mi novio me guiara. Esta ciudad de noche era maravillosa, los vehículos, el elemento arquitectónico junto las luces, era otro level.
Estábamos disfrutando del recorrido mientras llegábamos al hotel, estaba alucinada y emocionada. Mi primera vez fuera del país, y me encontraba en un lugar sin precedente. Llegamos por fin y no puedo describir este sitio, soy arquitecto, y bueno entenderán. Dejamos que se hicieran con nuestras cosas y el auto mientras subíamos a nuestras habitaciones, los chicos se fueron a registrar mientras nosotros continuábamos, nos veríamos mañana.
—Gracias por el ramo, está precioso y original —expresé, mientras abrazaba mi obsequio.
—Siempre he sabido que eres de las que no le gusta lo convencional, y bueno simplemente lo vi y te recordé, porque no eres de este mundo mi Cassi.
—¡Que cliché!, pero verdadero gracias mi amor.
—Rompe momentos. —Me acusaba este mientras me daba una palmada en el trasero y entrabamos a la habitación.
Lo miré y este se hacía el loco. Me gustaba este tipo de juego. Me gustaban muchas cosas la verdad, con Jorge estaba empezando a experimentar otros sucesos y una de ellas era seducirlo. Coloqué mi ramo en un florero que estaba cerca, y haciéndome la que no, me iba quitando la ropa ante su atenta mirada.
Estaba en la puerta con sus sexys brazos cruzados mirándome con una media sonrisa, que me daba a entender que sabía lo que estaba haciendo. Levanté mi ceja izquierda como suelo hacer sonriendo igual. Llevaba una camisa de botones, recostado en una pared, él se mordía el labio inferior mirando con sus grandes ojos dilatados. Amaba ese color miel que despedía sus ojos eran como caramelos líquidos, y cuando se excitaba más pronunciado se hacía su color.
Caminé a paso lento con mi camisa abierta, miré y vi actividad en sus pantalones, era emocionante ver lo que podía hacer con él, como su cuerpo reaccionaba a mí. Quedé frente a él, mirándolo a los ojos, mientras desabrochaba su pantalón e introducía mi mano, cerrando sus ojos sintiendo lo que hacía.
Era extraño no lo negaba ser un poco suelta en este aspecto, pero él me transmitía confianza, me hacía sentir que podía ser lo que yo quisiera y lo aceptaría sin juzgarme. Me arrodillé guiada por mis instintos, bajando un poco su pantalón y ropa interior. No sabía lo que haría, pero lo quería. Su miembro me dio la bienvenida lo acaricie nuevamente para después darle placer.
Escuchar los sonidos de satisfacción de mi novio era excitante y alentador, aceleraba el ritmo y más lo sentía. Sin embargo, me hizo parar.
—Esta no es la forma en la que quiero terminar Cassi —aseguró mientras me levantaba y me daba la vuelta.
Besaba mi cuello mientras quitaba mi camisa y sujetador, dejando mis pechos libres. Ya en este punto mis pezones estaban erguidos, esperando su atención, y sin esperar mucho así fue. Sentirme amada, querida y además deseada en sus brazos era algo que no se podía explicar, solo sentir, y yo lo hacía en este instante que sus labios comían los míos. Llevándome a un mundo totalmente diferente que alguna vez viví.
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Soltar #PGP2022
RomansaDesde que lo conoció su sueño siempre fue estar con él, ser su amor, su mundo y su universo. Después de mucho tiempo consiguió estar con él y formar parte de su vida, quizás no de la manera que ella deseaba, pero ya todo estaba hecho. Un matr...