Capítulo 2

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     Habían pasado muchos años desde había pisado estas tierras, quería olvidarla dejar de pensarla, pero nada valía la pena. Ella amaba a mi amigo y yo a ella. Que cliché de vida, más eran nuestras vidas. Cinco años desde que me marché, me fui principalmente para poder olvidar este amor no correspondido, así como ayudar a mi madre, tenía problemas de salud y no tenía quien la ayudara con la tienda, así que hice ese viaje de manera casi permanente. Hasta que una casa talento me invitó para que modelara para ellos, decían que mi porte no podía ser desaprovechado.

     No estaba de acuerdo, en cambio eso sería un ingreso extra para mi madre mientras conseguíamos quien la ayudara. Pero... me terminó gustando, era modelo de diferentes agencias, así costeaba mis estudios de abogacía y ayudaba a mi madre, al menos me permitieron eso. Cuando terminé por graduarme trabajé en un bufete y no me fue para nada mal, pero sentía que me gustaba más el modelar ya que me permitía viajar, ir de un lado a otro.

     Descubrí que me gustaba ser libre, y allí la recordaba de nuevo. Ella siempre decía que su sueño era viajar por el mundo, conocer diferentes lugares y hacer fotografías, en sus tiempos libres había tomado un curso de fotografía y descubrió que esa era su pasión, pero no podía dejar el puesto en la empresa, y sobre todo al idiota de Benjamín, no me mal entienda, aprecio a mi amigo, pero lo odio por ser tan ciego y no aprovechar la oportunidad que tenía en frente.

     Cuando la salvé estaba llegando de Puerto Rico con mi padre, era dueño de un viñedo, y quería expandirse en Miami un amigo le había ofrecido unas tierras y mientras él hacia sus arreglos yo paseaba, tenía que ver en que secundaria me inscribiría, fue cuando la vi. Unos chicos la llevaban arrastras mientras ella forcejeaba, la situación no era fácil.

     Corrí para ver que estaba sucediendo y lo que estaba presenciando no era digno de un hombre, la querían forzar, me enloquecí por completo, y los golpee a todos dejándolos mal, pero para ser tres contra uno, no estuvo mal. Menos mal sabía cómo defenderme. Me acerqué para ayudarla y al mirar esos ojos tan peculiares caí rendido, su rostro estaba bañado en lágrimas mientras temblaba como una hoja, me causó ternura. Reaccionó abrazándome y dándome las gracias, me sentía como en el paraíso entre sus brazos.

     Fue cuando decidí ser parte de esa escuela quería estar cerca de ella, pero sorpresa la mía, cuando me doy cuenta que su corazón ya tenía dueño, más ese chico no la volteaba a ver. No tenía sentido, ella era hermosa, sin importar esos quince años que apenas tenía se veía demasiado bien, aun así, él no la quería. Muchas veces le preguntaba el motivo, pero nunca me dio una respuesta convincente. Dejé de preguntarle y me acercaba más a ella para ver si lograba que me mirase, y nada. Estaba ciega, al parecer lo sigue estando.

     Dolor mío fue cuando me entero que se casaba, ella estaba medio feliz, digo medio, porque aun así ella sabiendo lo que le esperaba, se casó sin importarle nada. Que día tan triste, y más cuando me llamó porque él no le había hecho el amor a ella si no a esa chica. No comprendí hasta que me explicó, eso fue la bajeza más grande del mundo, no lo resistí y fui hasta su habitación y lo molí a golpes, él no se defendió, ese día fue cuando descubrió que yo la amaba en silencio, que estaba a su lado para protegerla del dolor que él le causaba.

     Él sabía porque me iba, pero ella pensó otra cosa y era lo mejor. Al parecer nunca pero nunca me vería. Deseaba verla, así que lo primero que hice cuando llegué fue ir a su casa. Ya mi coche estaba aquí, pasé por él para darle una sorpresa, sabía lo mucho que amaba estos coches así que lo compré por ella para pasearla en él. Qué masoquista era al amarla, así como lo era ella. Dos tontos enamorados de las personas que no nos corresponde.

     No voy a negar que por mi cama desfilaron miles de mujeres, pero ninguna era ella, ninguna llenaba ese vacío que había en mi pecho. No sé cómo había llegado hasta este punto, más aquí estaba. Llegué a la casa de Cassi cuando nana me recibió dándome esos abrazos que me encantaban. Era puertorriqueña como yo y me hacía sentir en casa. Me hizo pasar diciéndome que ya ella bajaba, tenía que ir al trabajo.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora