Capítulo 3

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     Estaba que la mataba, esta vez estaba colmando mi paciencia. Una cosa es el trabajo y otra era que se acostara con mi esposo. Porque sí, ella trabaja para nosotros, lo hacía antes de que todo este desastre ocurriera, no podía botarla solo porque sí, además la perra es muy buena en su trabajo. Pero en estos días ha excedido los límites.

     Lo único que agradecía era que nadie hasta los momentos sabía de ese romance, pero sabía que en algún momento todo saldría la luz, y al parecer esto estaba a punto de ocurrir. Melanie estaba en la reunión como representante de capital humano. En los últimos meses han estado metiendo personas sin el debido protocolo y eso no se permite, sabía que algo estaba pasando, pero no podía alegar qué, tenía indagar.

    Todos se habían marchado menos ella necesitaba que se quedara, esto no podía quedarse así.

     —Sabes muy bien el protocolo de seguridad, eres muy buena en tu trabajo, pero últimamente no ha sido así, ¿te estás revelando contra algo? —insinué mientras me sentaba para observarla.

     —La realidad es que no, un error lo comete cualquiera.

     —No señorita, estas equivocada, llevas años haciendo esto, que lo hagas de esta manera significa algo. Dilo de una vez. Y te lo advierto... otro error como este y estás fuera.

     —Eso es lo que siempre has querido, alejarme de aquí para que no esté cerca de Benjamín.

     —No seas descarada mujercita, te acuestas con él, lo tienes a él y todavía me acusas de querer alejarte de él.

     —Pero tú eres su esposa y no yo, soy una vulgar amante —gritó con odio.

     —Pues lo lamento por ti, fuiste tú quien decidió adoptar tal rol, porque muy bien pudiste alejarte cuando te enteraste de nuestro matrimonio.

     —Al fin de cuentas no tengo nada que envidiarte, porque podrás ser la esposa, pero es a mí a quien ama, a quien le hace el amor cada día, mientras tú eres solo un mueble más de su casa.

     Eso fue lo último que pude soportar de ella. La abofeteé, le di con todas las ganas que tenía y que desde siempre quise hacer.

     —Que sea la última vez que te refieres a mí de esta manera, maldita zorra, porque te juro que no me tentare el corazón para dejarte en la calle y sin nada.

     —Te duele porque es la verdad. Pero me quedare con él de manera definitiva ya lo veras —sentenció marchándose dejándome con un mal sabor de boca.

     Quería llorar, golpear algo, estaba harta de esta maldita vida, todo por mi culpa por nadie más, sin importar lo lastimado que tenía los dedos golpee la mesa con toda la fuerza que podía y más poseída por la rabia. En ese momento entraron Benjamín y Jorge mirándome con terror.

     —Tú y yo tenemos que hablar nos vemos en la casa y eso es ya, y hay de ti que la vayas a ver porque te juro que no respondo de mi —vociferé dándole golpes en el pecho llenando su camisa de sangre.

     Salí del lugar con la mirada de todos sobre mí. Me valía mierda. Estaba cansada de fingir que era la mujer feliz teniendo un marido perfecto, cuando distaba de serlo. Jorge me llamaba, pero no me detuve al fin de cuentas él me seguiría para llevarme, lo conocía bastante bien, por ello me fui hasta el estacionamiento en busca de su vehículo.

     Escuché como sonaba la alarma indicando que podía montarme y así lo hice. Al hacerlo no pude contenerlo más, solté las lágrimas que allá arriba me negaba a derramar. Lloraba como hacía mucho no lo hacía, esa mujer tenía la puta razón, era verdad que para Benjamín solo soy la mujer que lavaba su ropa y mantiene todo en buen estado, la sirvienta para ser exactos. No era nadie para él, nunca fui y nunca lo seré, no podía hacer nada más.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora