Capítulo 13

1K 34 0
                                        

Era inimaginable como un día tan maravilloso haya terminado de esta manera, creía que lidiar con mi padre después de contarle una verdad a medias, sería complicado o algo parecido. Pero no, lo peor quedó para mitad de la tarde. Mi cabeza dolía horrible de tanto pensar ¡qué carajos hacer, con el desastre de la perra de Melanie!

Me cansé de ser sutil de dejar que todos pasaran de mí, de vivir para otros y no para mí, estaba clara que ese patrimonio era el que mi padre había construido para mí, pero no era lo que me hacía feliz, lo que deseaba, mas no era que quería que todo lo que habíamos hecho juntos se viniera abajo por el egoísmo de otros, mas no era lo que soñaba para el resto de mi vida.

Quería hacerle pagar, pero tampoco estaba en mi naturaleza ser una bruja despiadada, e igual deseaba que pagara. Mas podía entenderla, ella pasaba lo mismo que yo, vivió años esperando a un hombre que decía amarla pero que no tuvo los cojones de enfrentar al mundo para tenerla.

Todo estaba mal, muy mal. Pero ya todo el daño estaba hecho, no se podía volver atrás. Solo nos quedaba afrontar las acciones de nuestras decisiones.

Miraba a Tony que me observaba mientras hablaba con Ben, quizás estaría comentando mi lejanía, porque esa era otra, delante de todos fingíamos ser una pareja ideal, desde el divorcio no me esfuerzo en estar bien delante de él, estar encima como la esposa perfecta. Ya nada de eso sería, no más, me costaba acostumbrarme porque fueron años lo que pasé fingiendo que quitarme el hábito me costaba, pero me agradaba.

De un momento a otro Ben salió de la oficina y temía que fuese a hacer una locura. Pero no podía preocuparme por lo que fuera a hacer, la cabeza me daba vueltas para ver qué podíamos hacer, nada me llegaba, el estrés me tenía agotada.

—Hasta que por fin abriste los ojos —expresaba Tony sentándose a mi lado.

—Un poco tarde, pero lo hice.

—nunca es tarde cuando la dicha llega.

—Jorge, se marchó para Milán —solté, al parecer todos sabían lo que él sentía por mí, menos yo.

—Y me imagino que no hiciste nada.

—Me conoces bien.

Me miraba escrutándome por completo, sabía que estaba buscando una manera decirme lo que pensaba sin lastimarme, pero el teléfono interrumpió. El número era desconocido temía que fuese la prensa no estaba para lidiar con ellos, igual tenía que atender, podía ser una emergencia.

—¿Hola, buenas noches? — contesté nerviosa.

—¡Gracias al cielo estás bien! —exclamaba una voz que conocía muy bien del otro lado.

—¿Jorge, eres tú? —pregunté aun atónita.

—¿Ya te olvidaste de mi voz? —Su pregunta estaba cargada como de decepción, eso me dolió.

—Claro que no, solo que no esperaba que me llamaras, ¡no seas idiota!

—¡Vaya! Una novedad que me insultes.

—Te lo mereces por decepcionarte antes sin saber el motivo.

Un silencio se instaló en nosotros y eso me dejó nerviosa, quizás si me había pasado de impulsiva, es que me molestaba que se tomara todo tan literal, se fue sin despedirse, me dejó sin más. Sin embargo, lo oí reír a carcajadas, eso me tranquilizó haciendo que me uniera a él.

—No sabes cuánto estaba pidiendo porque realmente estuvieras bien, y oírte me volvió el alma al cuerpo —afirmaba este dejándome el corazón acelerado, de verdad que oírle me dejó sin saber que decir.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora