Capítulo 8

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No sé cómo explicar lo que ha estado pasando conmigo, Cassandra ya no es la mujer que solía ser y realmente la extraño. Cuando la vi partir de la oficina con esos obsequios tan poco peculiares, me di cuenta de lo mierda que he sido con ella, en cinco años nunca le di un obsequio adecuado, no la llevé a cenar y los aniversarios siempre fueron un desastre, ni mencionar sus cumpleaños. Ella siempre fue la mujer perfecta y nunca lo vi.

Estaba tan seguro de que ella permanecería a mi lado sin importar lo que hiciera, pero lo único seguro, es la muerte. Volví a mi oficina con los ánimos por el suelo, la estaba perdiendo y una parte de mi me decía que peleara que lo hiciera de verdad, me sentía asqueado conmigo mismo por haberme acostado con otra infinidad de veces. Fui a la oficina de Melanie necesitaba pedirle que habláramos, que fuera en otro lugar, porque de hacerlo en el departamento acabaríamos en la cama.

Bajé hasta la oficina y entré sin tocar, no sé si alegrarme o sentirme mal por lo que veía, allí estaba la mujer que yo decía amar con otro hombre entre las piernas, específicamente su pasante.

—Señorita Melanie, no sabía que nuestras oficinas se convirtieron en motel. Después que terminen, solicito su renuncia en mi escritorio —anuncié sin remordimiento—. Que no pase de hoy se lo agradezco. ¡Ah!, y usted caballero, solicite cambio, tampoco lo queremos aquí.

Salí del lugar extrañamente aliviado, pero con una decepción tan grande que me recriminaba, que por esa mujer desprecié a mi esposa y era quien verdaderamente valía la pena.

—Benjamín, por favor espera. —Llamaba Melanie, la ignoré no valía la pena hablar y menos aquí—. Tienes que escucharme.

—Soy su jefe, que no se le olvide que estamos en las oficinas, y lo que vi no necesita explicación. Su relación laboral con nosotros terminó, así como lo nuestro —susurré esto último dejándola allí consternada.

¡Qué imbécil fui! Cómo pude ignorar a una mujer como Cassandra que a diario vivía demostrándome su amor. Salí de las oficinas para tomar aire fresco, mejor fui a la casa, bajé por el carro para poder pensar qué haría ahora. No era fácil después de tantos años llegar y hacer como si nada sucediera, todavía no olvidaba como ella rechazó mi contacto. No iba a ser fácil ganarme su confianza y tampoco sabía cómo hacerlo. Llegué y subí directo a la recamara, busqué entre las cosas de ella algún recuerdo, algo que yo haya hecho por ella, pero no había nada.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó ella haciéndome sobresaltar, no la esperaba.

—Perdóname Cassandra. —Fue lo único que solté, no sabía que decir.

— ¿Cómo?

—Fui un idiota todos estos años, de verdad perdóname por no valorarte ni un poco —expresé levantándome del sofá para acercarme a ella—. Dime que tengo que hacer para ganarme tu confianza y empecemos de cero, por favor Cass.

Un frío helado me recorrió por el cuerpo al mirar esos ojos tan bellos como peculiares mirarme con frialdad, no había ni una pisca de ese amor que me expresaba o profesaba. Me di cuenta que la había perdido.

—Si te tranquiliza que te perdone, está bien, te perdono. Sin embargo, aquí ya no hay nada que recuperar. Decidí darme el puesto que me merezco, no porque tú seas mi esposo, si no yo como mujer —indicaba ella mientras me apartaba de su lado—. No necesito de alguien para que me valore, yo misma puedo hacerlo, en cambio, yo soy la que debe pedir perdón por encapricharme contigo y haber llegado hasta esto, no lo merecías, y no habrá nada para resarcir lo que te he hecho, pero haré una última cosa por los dos para al menos poder estar tranquila conmigo misma.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora