Capítulo 12

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     El vacío en mi pecho no lo podía llenar nada, esa noche con Cassandra intentando no hacer algo indebido, me costó en la madre. Sin decir todas las cosas que por fin me dijo bajo el efecto del alcohol, escucharla decir que siempre amó a Jorge, pero que enterró ese sentimiento por su amor por mí, me hizo sentir más miserable que nunca.

Fui un verdadero idiota y ¡Dios!, no podía evitar maldecirme mil veces por haberlo arruinado de esta manera tan vil. Sentir sus brazos cuando intentaba bailar fue la tortura más grande, ya que la Cassandra borracha era muy seductora, más la adoraba fuera como fuera. Como ella no había dos y lamentablemente, yo la perdí.

Me senté en la cama trayéndome a la realidad a partir de hoy comenzaba a estar solo, sin ella. Qué vacío me siento, y más cuando la oigo decirme que ya es tiempo de olvidar y enterrar el pasado. Era tan buena, realmente no la merecía, y quien sí era Jorge, ese hombre que a pesar de todo nunca dudó de sus sentimientos, que aun cuando le dije que deseaba recuperar a Cass, me dijo que se haría a un lado. Él la merecía no yo, y por mi culpa y terquedad se fue sin saber la verdad de nuestro divorcio.

Merezco lo que me pasa, no hay más que decir. La veo subir las escaleras con sus pensamientos lejos de aquí, aun en pijama se ve hermosa, no negaré que oírla decir que se marcharía hoy mismo fue el balde de agua fría que necesitaba para terminar de hundirme en la miseria. Pero no podía seguir obligándola a quedarse junto a mi cuando ella hizo todo lo posible para que lo nuestro funcionara.

La tomé por sorpresa cuando me despedí con un casto beso, ¡rayos! Sus labios eran tan suaves que me moría por besarla como esa vez en la habitación, me estaba debatiendo en si intentaba conquistarla, si una vez logré que me amara sin intentarlo, podría hacerlo intentándolo. Quizás sea una mala idea, pero ¿Qué más podía perder? Ya estaba a punto de llegar a oficina cuando en la entrada estaba Melanie. ¡Bonita manera de comenzar la mañana!

Bajé del coche dándole la llave al parking mientras me dirigía a la puerta, tenía toda la intención de ignorarla, pero me tomó del brazo.

—Por favor, Benjamín, tienes que escucharme —pedía ésta, girándome para dejarme frente a ella.

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar, su liquidación puede pasar a retirarla por Capital Humano, tenga un buen día —indiqué alejándome.

— ¡Eres un maldito bastardo! —vociferó llamando la atención de todos, esto se pondría feo, no quería que lastimara a Cassandra con lo que podía soltar.

—Deja de armar un espectáculo Melanie, vamos a la oficina —susurré tomándola del brazo sin nada de delicadeza llevándola hasta el ascensor personal—. ¿Qué es lo que quieres?

—Por favor Ben, no podemos dejar todo así —manifestaba ella acercándose a mí, no quería que me tocara—, vamos amor recordemos los viejos tiempos—. Su boca buscó la mía dándome uno de esos besos que me gustaban.

Dejé que lo hiciera, pero no le respondí, quería que entendiera que ya no podía usar su cuerpo para mantener allí, como un idiota que estaba enamorado solo. Ella solo le gustaba lo que yo le daba, nada más, ya que pude descubrir que no solo era yo, fueron muchos los que ella había visitado en su cama.

— ¿Por qué no me correspondes? —preguntó furibunda.

—Porque estoy dejando claro, que ya no siento nada por ti, que tus artimañas sexuales no funcionan conmigo como antes.

—Cómo puedes decir eso, si nadie te hace el amor como yo, esa mojigata ni quiera sabe lo que es dar un estúpido beso —gritaba ella golpeándome el pecho soltando unas lágrimas, cosa que no me conmovía.

Soltar #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora