Capítulo 34

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La amaba como fuera, pero no iba a negar que cuando se quitaba su inocencia me enamoraba más. No sabía que esperar de su actitud, y es lo que más me desarmaba. verla arrodillada dándome placer era algo extraordinario, que fuera ella la de la iniciativa y decidida llegar hasta el final, más anonadado me dejaba.

Nuestra relación, ella, todo me gustaba, estaba enamorado como un tonto, dispuesto a lo que fuera. Besaba su cuerpo despojándola de todo lo que llevaba, era glorioso sentirla de esta manera. La cargué llevándola directo a la cama, sentía que no podía esperar más.

Y así fue, la deseaba de todas las maneras posibles, recorrer su cuerpo darle la atención que se merecía, recordar todos esos momentos malos en la que la veía llorar, en la que pedía ser amada de verdad, me llevaba a este punto de tratarla con muchos mimos, de hacerle olvidar que alguna vez lloró por amor, amaba a Beni, y me dolía saber que ya no estaba. Pero eso no quitaba que había sido un total imbécil.

Su cuerpo junto al mío era perfecto, encajaban de manera natural. Y lo amaba, la amaba a ella, no dejé ningún rincón de su cuerpo por recorrer, no puedo estar seguro de cuantas veces la hice llegar, pero solo sé que estábamos en la cama y la admiraba dormir plácidamente.

Sin dejar de comprender ¿cómo pudo sufrir tanto por solo amar?, era algo tan absurdo de la vida que hasta amando sufres, un sentimiento vivido y hermoso te destruye cuando no es la persona correcta. Y lo más triste es que debes pasar por este camino de espinas, para poder apreciar lo verdadero cuando lo tengas en frente, al fin.

No podía garantizar que le daría a Cassi, un feliz para siempre, porque al fin de cuentas no sabía si yo me iba antes que ella, o al revés. Lo único seguro en esta vida es la muerte, por más que queramos huir de ella.

Igual no pensaré en ello ahora, solo en concentrarme, en hacerla feliz hasta que mi corazón deje de latir y mucho más allá de ello.

♥♥♥

Esa mañana tenía una sesión programada y les pedí que fueran conmigo, para que admiran el espacio donde estaríamos y si se sentían aburridos podían caminar por los alrededores, al llegar todos mis colegas admiraban a mi novia, me sentía orgulloso de saber que era mía, sí lo admito, soy posesivo, pero no al punto de privarla a que la admiren.

Ella no era tonta, me miró de manera interrogativa y solo me encogí de hombros, no le diría nada porque ella ya lo sabía. Sonreí de lado de manera seductora y ella solo rio mientras continuábamos nuestros caminos. Los dejé juntos, pero Sofí y Mati querían hacer otras cosas, eso no se los iba a impedir, eran tortolos y esta ciudad era impresionante.

Cassandra, nunca había visto como ocurría la magia de mi trabajo, como era que me encargaba de darle un matiz a todo a lo que hacía, ella era fotógrafa, estaba al pendiente de todos los nuevos materiales, de cómo cambiaban algún foco e iluminación, así como yo me transformaba por completo.

En algún punto ella se levantó para preguntar, y todos eran amables con ella no les molestaba enseñarle, o era porque a pesar de sus años de inactividad en la industria, sabía de lo que hablaba. Pasó tiempo y la primera parte estaba hecha. Me acerqué y vi como Mario le mostraba como iban quedando las tomas, como escogían de manera rápida para poder llegar a la edición y no perder tanto tiempo.

Se le notaba encantada, ese brillo en sus ojos dispares era tan deslumbrante, que no pase desapercibido como este se sonrojaba cando ella lo miraba de manera directa. No quería interrumpir, pero ya era hora de marcharnos, mi parte estaba lista.

—Amor es hora de irnos —expresé dándole un beso en la cabeza.

—Okay mi amor, gracias Mario, fue súper grato todo lo que me enseñaste, espero ponerlo en práctica cuando llegue a casa —inquiría ella despidiéndose del chico y de todos los demás.

—Los dejaste deslumbrados.

—Lo sé, pero me encantó lo amables que eran, me enseñaron mucho en poco tiempo y siento que me han dado ideas para algo nuevo —comentó con emoción, todavía, quería decirle lo que había hecho, me sentía nervioso, porque no le consulté.

—La humildad mi Cassi, ¿Dónde la dejaste? —pregunté mientras la abrazaba frente a mí y plantaba un pico en sus labios.

—En Miami —respondió sin más, dándome un guiño y alejarse para observa la fuente frente a nosotros.

—Sabes que uno de los agentes me entregó una de sus tarjetas, me dijo que quería tenerme para un comercial, decía que mis ojos eran muy hermosos y únicos, y deseaba plasmarlo en una valla —decía ella poco convencida.

A pesar de verla así de segura por fuera, sabía que por dentro era otra historia. Ella todavía no superaba su complejo, ya que conmigo era otra cosa, era su novio la conocía de años y la confianza era más que mutua. Pero, su confianza con el mundo era totalmente diferente.

Ella no se consideraba fea, estaba lejos de serlo, pero todavía estaba esa desconfianza que estaba sembrada por esos años de falso matrimonio. Seamos honestos, una mujer no se recuperará fácil de un desengaño como el que vivió ella. Temía que dejara perder oportunidades por esas cosas, mas no podía obligarla.

Me pareció una idea maravillosa, así podía experimentar ambos lados del escenario, solo ella podía tomar la última palabra.

—Nunca dudes que eres hermosa mi Cassi, no es porque te ame, es porque no estoy ciego y tienes mucha belleza por explotar —indicaba tomando su rostro y mirarla—, está en ti aceptar y experimentar, tendrías ambas caras de la moneda, si quieres hacerlo, te apoyaré y si no, también lo haré. Solo quiero que sepas que no estás sola que estoy contigo pase lo que pase.

Ya en ese punto la tenía con sus ojos cristalinos ganando un rico beso dando un gran espectáculo, pero no me importaba, mientras ella existiera y estuviera a mi lado. Lo demás carecía de importancia. 


Cuenta regresiva para terminar...  

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