Eloise Pearson
Hay momentos en la vida donde nos sentimos sin salida, tan perdidos que llegamos a un punto de quiebre, acostumbrados a ver solo una la línea recta que tiene solo una opción hasta que afinas la vista y lo ves, un pequeño agujero por donde escapar.
Tomaré aquel agujero. Aunque es muy pequeño, prefiero intentarlo por ahí.
Estoy frente a frente con el chico que me ha atrapado con su mirada, con sus melodías e inclusive con sus acciones, la luz regresa y nos saca de la oscuridad.
Revelándome el rostro de Caden quien hace un intento por secar sus lágrimas. Es notorio el dolor en su rostro. Pero de cierto modo trata de ocultarlo.
Se aclara la garganta.
—El tiempo se termina, debemos irnos—señala y yo no puedo parar de observarlo.
Sigo estando asustada, no sé que sucederá, no tengo idea si al dar un paso fuera nos atraparán. Pero ya no quiero arrepentirme, he pasado toda mi vida en modo supervivencia y aunque sea por este pequeño instante quiero vivir.
Cuando Caden intenta avanzar hacia la puerta, lo detengo. Me observa confundido, pero yo ya estoy perdida en la profundidad de su mirada así que en un intento de vivir, lo atraigo hacia mi y junto mis labios con los suyos.
Puedo sentir la sorpresa de Caden cuando su respiración se detiene por lo que dudo, pero el movimiento de sus suaves labios sobre los míos, los latidos de su corazón sin freno y como me atrae hacia él desvanecen todo rastro de duda. Nos perdemos ante sensación de calidez y suavidad, el aumento desenfrenado de nuestras emociones y el deseo albergado que nos vemos obligados a romper cuando la luz vuelve a irse.
El sonido de nuestras respiraciones es el único ruido, aún estamos demasiado cerca el uno del otro. Siento la mano de Caden sobre la mía.
—Al menos esta vez no robaste mis llaves —suelta recordando aquel día en el McDonalds y no puedo evitar reír.
—Esta vez huiré contigo—indico y avanzamos juntos hacia la puerta.
Salimos en silencio y con cautela de la habitación. La luz vuelve a regresar, por lo que bajamos rápidamente las escaleras, pasamos por la cocina que está vacía, Caden abre una puerta al final de la misma y somos recibidos por el frio aire de la noche.
—¡Ya era hora!—escuchamos desde una esquina, es Melissa—¡Porqué tardaron tanto! —reclama y vamos hacia ella.
—Deben apresurarse, Zac está escondido en el armario de mi madre apunto de ser atrapado por los de seguridad. Si lo atrapan no podrá abrir las portones.—indica preocupada.
—¿Cómo saldremos?—pregunto, pero Caden y Melissa se miran entre ellos. Ya saben la respuesta.
—Vamos—me pide Caden. Llegamos a lo que es una cochera apartada de la mansión. Melissa presiona un botón que se encuentra al lado de las puertas.
—Son los jeeps de mis abuelos—señala y la luz encendida de un auto nos ilumina.
—¡Asher!—grito al ver a mi mejor amigo en el asiento de piloto sonriéndome . Asher se baja con rapidez. Y yo corro a sus brazos.
El calor de estos brazos que mi cuerpo reconoce al instante me envuelve, los brazos que me han consolado y cuidado aquellos que han salvado mi vida, lo presiono con todas mis fuerzas. Tanto deseaba hacer esto en la fiesta. Mi mejor amigo quien se queda junto a mi aunque el mundo se nos venga encima.
El sonido de alguien aclarándose la garganta, nos hace separarnos. Melissa y Caden nos observan en espera.
—No tenemos mucho tiempo—informa Melissa volviendo su tono autoritario.—Deben tomar el jeep e irse, en la parte de atrás está todo lo necesario. Dinero, identificaciones falsas, celulares.
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Un mapa hacia ti-EN EDICIÓN.
RomancePrivilegio, sí, nací con ellos, una de las pocas afortunadas. No es que sea una molestia comprar lo último de la moda, ir a restaurantes caros, o acceder a la tecnología del momento sin siquiera detenerse a observar cuánto ha perdido mi cuenta banca...