Eloise Pearson
Mi mente está llena de preguntas, que quieren respuesta de una sola vez.
¿Por qué ese chico vive aquí? ¿Qué tiene que ver con Patrick? ¿Será su hijo? Sacudo la cabeza tratando de borrar la última pregunta de mi mente, es imposible ¿verdad?
Suelto la cuchara porque el apetito se me ha ido y Helena lo nota.
—Esto la tomó por sorpresa—Cae en cuenta— su padre salió, cuando vuelva puede preguntarle.
—No. —interrumpo, la ansiedad me comerá si no tengo respuestas. —Dijo que Caden está en el jardín ¿Verdad?
No voy a esperar a Patrick, buscaré mis propias respuestas así que decido bajar ignorando que mi cabeza va a explotar. Mi afán de conseguir respuestas es más importante.
El radiante sol de mediodía me recibe provocando que cubra mi rostro y mi dolor de cabeza se intensifica. Doy vueltas alrededor del jardín que es más grande de lo que imaginaba.
Paso cerca de unos jardineros quienes me saludaron y aproveché para preguntar por Caden.
—Al joven le gusta estar alejado cuando práctica. Búsquelo cerca de la fuente que está por allá —Señalan detrás de la mansión.
¿Práctica? ¿Que se supone que hace?
Camino en esa dirección cuando un suave sonido atrae mi atención. ¿Un violín?
A medida que me alejaba de la mansión pude sentir como el aire estaba cargado por el olor de las flores y la frescura de la tierra húmeda. Un silencio comenzó a rodearme como si la propia naturaleza hubiese decido callar para escuchar aquella melodía que me hacía sentir una paz profunda.
Sé que a Patrick le encanta sentirse rodeado de naturaleza por lo que no me extraña la cantidad de árboles frondosos y flores que hay alrededor, según él, le ayuda a sentirse conectado con lo espiritual.
Aunque empiezo a darme cuenta por qué lo dice.
La melodía se intensifica y lo veo, debajo de dos frondosos árboles y frente a la fuente rodeada de rosas rojas, se encuentra aquel chico de la fiesta, me acerco de manera sigilosa quizá porque no quiero interrumpir su hipnótica melodía que se ha tornado un poco melancólica.
Aquel chico tiene puesto un suéter blanco y un pantalón de chándal oscuro, su vestimenta es muy simple, pero en él resalta quizá por su altura, su piel es clara y su cabello es castaño que cae en ondas ligeras. Sus cejas enmarcan un rostro perfectamente definido, sus ojos están cerrados por lo que sus pestañas oscuras proyectan una ligera sombra en sus mejillas pálidas.
Ayer sí había visto lo atractivo que era, pero hoy en esta imagen, me parece etéreamente hermoso.
El contemplar como desliza suavemente el arco con las cuerdas de su violín, el cómo sus ojos están cerrados sintiendo cada nota. Me encuentro envuelta entre una paz y una punzada de melancolía, no, ¿Nostalgia? Es como si estuviese oyendo un susurro de algo antiguo, algo profundo.
Mi corazón comienza a latir con mayor velocidad como si en cada sonido se estuviera tejiendo memorias olvidadas. Hasta que la música se detiene y disipa ese sentimiento.
Sus ojos grises que me parecen cautivantes me están observando con confusión.
—¿Se te ofrece algo? — pregunta con voz suave dejándome sin palabras.
—Ehhh, yo solo venía a...
Mi mente es un caos, las palabras no salen de mi boca y he olvidado un momento el por qué estoy aquí. Me aclaro la garganta tratando de encontrar mi respuesta en el proceso.
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Un mapa hacia ti-EN EDICIÓN.
RomancePrivilegio, sí, nací con ellos, una de las pocas afortunadas. No es que sea una molestia comprar lo último de la moda, ir a restaurantes caros, o acceder a la tecnología del momento sin siquiera detenerse a observar cuánto ha perdido mi cuenta banca...