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Eloise Pearson

Llega un momento en la vida en el que debes tomar las riendas. Desafiante, lo es, pero tomaré la poca valentía que tengo y me enfrentaré a quien tiene el poder, mi mayor desafió: mi madre, Eleonor Francis.

— No lo discutiré, no vas a irte—responde sin siquiera levantar la voz.

— Ya tomé mi decisión — desafió, mirándola a los ojos—Si no me dejas ir, tendré que revelar algunas cosas y créeme no quieres que nada de eso se conozca.

Mi corazón late frenéticamente, como si quisiera salir de mi pecho. Sin embargo intento ocultarlo.

Estoy acostumbrada a bajar o desviar mi mirada cada vez que hablo con ella. No es que hablemos mucho, solo en la cena. Y eso si no está en un viaje o en el trabajo. Sí, siento miedo de mi madre. Pero quiero darle a entender que terminó, que estoy decidida y no hay nada que me vaya a hacer reconsiderar mi decisión.

Y creo lo estoy logrando porque ha dejado de prestarle atención a sus plato y me observa a mi. Eleonor detesta ser amenazada, odia no tener el control.

— ¿Ahora me amenazas Eloise?— señala con su voz impasible— ¿Después de todo lo que te he dado? ¿Así me quieres pagar?

Una sonrisa irónica se forma en mi rostro porque considero que he pagado lo suficiente. Mejor dicho, perdido lo suficiente.

A las 9:00 de la mañana es mi vuelo—le informo y me levanto para irme— Espero que haya espacio en tu agenda, Eleonor.

—Detente—exige y yo me vuelvo hacia ella.

— No.— señalo con firmeza.

—Nada cambiará, al final volverás, te haré volver—dice con una seguridad que me da escalofríos y vuelve a fijar su atención a en su plato.

Así, sin ninguna palabra más, comprendo que la conversación ha terminado.

He ganado, por lo que me retiro a mi habitación.

Sé que Eleonor siempre cumple sus amenazas y eso me asusta. Pero celebraré esta victoria momentánea.

Mientras camino por los pasillos de esta fría casa, me replanteo muchas cosas. Y al abrir la puerta me encuentro a la única persona que me hace dudar de esta decisión, sentada al borde mi cama.

Asher Woods, mi mejor amigo. Él es mi regalo del cielo.

— ¿Y cómo te fue? — Pregunta con aquellos ojos azules preocupados.

Me siento a su lado.

— Es Eleonor— recuesto mi cabeza en su hombro— Se negó al principio, pero me conoce lo suficiente para saber que estaría preparada y sacó su argumento de que me lo ha dado todo.

Lo miro, y él me devuelve la mirada.
—¿Qué le respondiste? — pregunta casi en susurro.
—La hora del vuelo y que hiciera espacio en su agenda.

Asher sonríe.
Siempre me ha gustado su sonrisa, es como un cálido beso a mi alma. Desvía su mirada y suspira con tristeza

— Realmente estás decida, cuando te lo propuse no creí me dolería tanto dejarte ir. Ahora estás tan decidida y egoístamente quiero hacerte cambiar de opinión.

Siento una punzada en mi pecho, lo que me hace separarme y recostarme en la cama. Asher y yo siempre hemos sido muy cercanos; desde muy pequeños, nuestras vidas son casi similares. Padres adinerados y ausentes.

Hemos crecido rodeados de niñeras, obligados a entrar en todas las clases posibles, y sobre todo destacar, ser los mejores. La diferencia es que sus padres aún siguen juntos y los míos están divorciados. Como hijos únicos solo tenemos un deber y es darles prestigio para acrecentar su fama y riqueza.

Un mapa hacia ti-EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora