Skater|| Vinnie Hacker

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| Esclavitud y Cita |

—Entonces ¿Tienes que irte a Paris?.— le pregunté a Nailea impresionada.

—Sí, Lamentó contártelo hoy en la mañana pero, cómo pasas más tiempo con Vinnie que conmigo.— Fingió indignación y yo me avergoncé.

—Lo siento, es sólo que tenía que cumplir la apuesta y...

—¡Eh! Que sólo bromeó, sé que les gusta pasar tiempo juntos.— me dijo con una sonrisa.— aún no entiendo por que no están juntos.— Dijo confundida.

—Es un poco complicado.— Dije rascándome la nuca.

—Entiendo.— me miró con una sonrisa amortiguada.— Pero si parecen novios, eh.

Yo solté una sonrisa nasal, y rodeé la isla dándole un abrazo, la iba a echar tanto de menos.

—¿Qué voy a hacer dos semanas sin ti?.— le dije cómo si una hija se alejara de su madre.

—Sólo intenta cuidarte cuando yo no esté.— me devolvió el abrazo.— y por favor no comas tocino.

—No me hagas prometer cosas que no puedo cumplir.— hice un puchero separándome.

—¡Alexa!.— Exclamó.— hazme caso, es eso lo que te hace doler el estómago.

Me regañó, ella ya parecía mi madre.

—No seas aguafiestas, estoy tomando mis medicamentos.— defendí al tocino.

—Si vuelvo y hay tocino en el refrigerador o en algún lado de la casa, ya sabras lo que pasará.— me apuntó con su dedo con advertencia.

Yo alce mis manos en forma de rendición, había recordado el día que casi termine calva, fue un día gracioso pero me había dolido bastante la cabeza por un par de días.

—Esta bien.— tomé un segundo.— aguafiestas.— bufé.

—¡No soy aguafiestas! Sólo cuido de mi mejor amiga que parece una niña pequeña.—soltó y se escuchó el timbre.

—Debe ser el taxi que pedí.— comentó alejándose de la cocina.

—Los taxis tocan el claxon no el timbre.— me dije a mi misma, pero ella ya se había ido.

Escuché sus pasos y cómo había abierto la puerta, para luego exclamar algo.

—¡Ah, eres tú!.

Seguido de otros pasos y por el umbral de la cocina Nailea apareció con Vinnie, quién la miraba extrañado, suponía por qué parecía de malhumor.

—¿Qué le pasa?.— preguntó dejando un beso en mi mejilla.

—Es una aguafiestas, eso pasa.— entorne mis ojos hacía ella.

—¿De qué hablas?.— Preguntó aún confundido el pobre.

—Vinnie, mi querido amigo.— de pronto vi cómo una idea le cruzaba la cabeza a Nailea.— ¿Me puedes hacer un favor?

Él pareció mareado con tal cambio de humor.

—¿En qué soy bueno?.— Dijo sin embargo.