Me siguen a la discoteca. Es un recinto grande, con pajeros en cada esquina y adolescentes hormonales, con muchas luces y alcohol por doquier.
—Bienvenidas a mi sitio preferido— nos abren la puerta y la música nos avasalla y no puedo escuchar ni mis propios pensamientos.
Sonrío con las canciones que ponen. Anat coge una mesa. No se esperan las copas gratis que nos mandan los chicos interesados.
Bella levanta a Akila para bailar y se llevan miradas, Anat también se levanta y me lleva con ella.
Muevo mis caderas y voy bajando y subiendo. Muevo el culo y sacudo mis tetas. Acabo sudada cuando me aburro.
Ellas siguen riendo, sin embargo yo ya me aburrí de tanta música y el alcohol me da dolor de cabeza así que tomo poco.
Salgo del recinto dejándolas bailar. Me subo a la moto y me pongo en marcha al único sitio donde no hay ruido, solo calma.
Empiezo a ver la playa después de años sin querer verla. La luna me saluda entre las nubes.
Aparco la moto y me quito los tacones para acariciar la arena, sigo en línea recta hasta notar la arena mojada sin llegar a la orilla.
Son minutos en los que pienso en todo, son minutos en los que nadie me molesta. Claro que todo tiene un fin y ese fin es cuando un grupo de chicos de mi edad me rodean.
—Hola, preciosa—empieza un rubio teñido— ¿Estás sola?— sonrío con la pregunta, pero no respondo.
—¿Nos das tu número?— pregunta un moreno y no respondo— Vamos, no me digas que eres muda.
Se acercan más a mí y suspiro, ya que tendré que empezar a arrancar cabezas. Siempre que estoy tranquila se me cruzan imbéciles que tengo que matar y luego claro, encargarme de los cuerpos.
Yo no tendría que esconder nada si no me molestaran. Pero claro, siempre me tientan, con lo tranquila que estaba.
—Cariño, te estaba buscando— me pasa la mano un chico alto de ojos marrones, lo miro confundida.
—¿Tu novio?— me pregunta uno de los chicos. No sé qué responder, no obstante el que está detrás mía habla por mí.
—Sí, y si no queréis problemas por meteros con mi novia es hora de despejar— ellos están dispuestos a pelear, pero uno de los chicos interviene.
—Va, no merece la pena, hay muchas más— se alejan y el chico quita el brazo que estaba sobre mis hombros.
—Perdona— me sonríe— No pude evitar escuchar la conversación y quise salvarte. Espero no haberte incomodado.
No hablo, solo me siento en la arena, en la parte que no está tan mojada. Él no se va, se sienta conmigo y tampoco alego.
Son silencios cómodos, en el que ninguno de los dos habla. Mira mi perfil y yo solo clavo la vista en la preciosa luna que hay entre las nubes.
—Feliz cumpleaños, por cierto— eso me deja fuero de juego hasta que me doy cuenta que antes de salir Bella me puso una cinta en la que ponía "Feliz cumpleaños perra".
—No me gusta que me lo recuerden— le dejo claro.
—Pensaba que de verdad eras muda. Si no me hubieras respondido te hubiera hablado en lenguaje de signos— suelto una pequeña sonrisa.
—¿No tienes nada mejor que hacer que estar con una desconocida en completo silencio?. ¿No tienes amigos o personas con quiénes pasar esta noche?— le pregunto.
—Quería desconectar de todo y vine aquí, sin embargo me topé con una grata sorpresa— sonríe.
—Bueno si esperas a que hagamos algo indecente, olvídate. Soy una santurrona que no se deja llevar por la tentación.
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Superstición Keinox
RomanceDespués de todo lo ocurrido con Hera Keinox, llega un estado de calma, en el que nadie ataca a nadie. Por ahora, sin embargo como todo llega, todo se va incluida la calma. La pesadilla de Hera se vuelve realidad, teniendo una hija que es peor que el...