Mi hermano me espera en la puerta de casa. Me saluda con la mano y yo se lo devuelvo. Parece cansado, por las ojeras que le adornan los ojos. Pero una sonrisa le adorna la cara.
—¿Está siendo difícil ser padre?— le pregunto aceptando el abrazo que me da al llegar frente a él.
—Un poco, sin embargo no me quejo. Llegas un poco tarde, ¿no?
—Son las siete de la tarde, ahora necesito ponerme al día con todo el trabajo que seguramente Anat me tiene preparado.
—¿Has descansado al menos algo antes de venir?— me pregunta agarrando la puerta para dejarme pasar a dentro.
—Claro que lo he hecho— le respondo.
—Se me olvido que estabas muy bien atendida por ese chico— sube y baja indicando obscenidades.
—Ni siquiera voy hablar de lo que hemos o no hecho. Y mucho menos con mi hermano— subo las escaleras, hasta mi habitación— Adiós.
—¡Me lo dirás en algún momento tranquila!
Es lo último que escucho detrás de la puerta. Me pongo en mi escritorio y empiezo a atender llamadas de todos los países posibles. Entre llamadas me permito fantasear con Alek.
Tengo en mi piel impregnado de su aroma. Sus ojos siempre aparecen en mi cabeza. La voz del otro lado de la llamada me devuelve a la realidad, escribo mensajes, los envío y pienso en los siguientes movimientos de la central.
Acabo cansada de las letras y los números que me rodean. Dos golpes en la puerta me hacen levantarme de la silla y abrir la puerta. La cara de apuro de Ethan me hace soltar una risa.
—Ahora no puedo pararme a preguntarte qué fue ese sonido espeluznante que acaba de salir por tu boca— bromea apurado— Necesito que te quedes con Lilith esta noche.
—Déjala a Isabel— le sugiero.
—No confío en nadie más que en ti, solamente soy capaz de dejar a mi hija contigo— me dice con un tono serio— Necesito tu ayuda.
—Lo haré, me quedaré con ella— le tranquilizo— ¿A dónde vas?
—Tengo una reunión en la universidad— me da a mi sobrina y se pasa la mano por la corbata.
—Eso es de todo menos un nudo de una corbata— le indico.
—Lo sé, pero no sé cómo se hacen. Siempre me las hacía... ya sabes— el que no quiera decir su nombre me indica que todavía no la ha olvidado.
—Ven.
Dejo a mi sobrina encima de la cama y me acerco a mi hermano. Le deshago el nudo que él se había hecho y empiezo de nuevo. Dejo más de la mitad de la corbata a un lado, lo paso por encima y sigo anudando con ligereza, como si tuviera memorizado como hacerlo.
—¿Cómo sabes anudar tan bien?— me pregunta una vez que ya he terminado— Nunca te he visto practicar.
—Miraba mucho, cuando mamá le anudaba la corbata a papá— trago grueso.
—Le echamos mucho de menos, pero debemos pasar página.
—Lo sé. Suerte en la reunión. Enséñales que eres más que un niño feo, enséñales que eres un cerebrito en la informática— suelta una risa.
—Adiós— se despide dejándome con el monstruito que tengo a mi espalda.
—Ahora que hacemos contigo pequeña diabla— Lilith suelta una risa que me hace cogerla en brazos— Tengo una idea.
Cuando salimos de casa son las ocho de la noche. Acomodo a Lilith en la parte de atrás en su sillita del coche. Acelero en la dirección que he ido un par de veces. Estoy muy emocionada y no sé por qué.
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Superstición Keinox
RomanceDespués de todo lo ocurrido con Hera Keinox, llega un estado de calma, en el que nadie ataca a nadie. Por ahora, sin embargo como todo llega, todo se va incluida la calma. La pesadilla de Hera se vuelve realidad, teniendo una hija que es peor que el...