—Muy bonita la escena, pero ahora tengo que irme— se aparta un poco a regañadientes sin apartar su mirada oscura de la mía.
—Julieta creeme, sé de lo que te estoy hablando ten mucho cuidado.
En su voz se distingue el toque preocupado y desesperado por hacerme entender. Aun así estoy tan enfadada con él que solo quiero hacerle daño. Daño de la peor forma posible, quiero que sienta como miles de agujas se le clavan en su corazón. La preocupación que yo sentí cuando no sabía de él.
—Sé muy bien como defenderme de alguien, creo que lo demostré muy bien, además me iré al motel, estoy cansada.
Mi pregunta es ¿por qué te justificas?
No quiero ni pensar, ni responder esa pregunta. ¿Por miedo?, justamente por eso.
—Cuando llegue al motel nos volvemos a Alemania.
Asiento y bajo las escaleras, sintiendo algo de frío. Rylan me espera y me ofrece su brazo hasta su coche. Fuerzo una sonrisa simpática, esa sonrisa no me llega a los ojos y tampoco la siento.
Me abre la puerta del coche y yo me siento, luego entra él enseñando su dentadura blancuzca. Arranca el motor de su Jeep blanco y le digo la dirección del motel, no quiero crear una conversación, pero él al parecer sí que quiere.
—Te repito que has estado increíble. Tan peligrosa como un arma de doble filo.
—Me alegro de que tengas claro como soy.
—¿De verdad estás pensándote el entrar a la hermandad?.
—Con o sin vosotros puedo seguir adelante, lo que vosotros me proporcionáis es un plus que me hace las cosas un poco más fáciles. Pero si la hermandad no me beneficia, sino que me perjudica entonces me negaré a estar dentro de la organización.
—¿Entonces eso es un, "estoy dentro"?— hace comillas con sus dedos soltando una de las manos del volante.
—Es un, "me lo pensaré"— imito sus comillas y sonrío por la estupidez de la situación.
—Me alegra divertirte— sonríe conmigo.
Los siguientes veinte minutos nos lo pasamos hablando de cosas triviales, el tiempo pasa volando y aunque me haya sentido cómoda en esos minutos, estoy algo inquieta. No sé si por la conversación que tuve con Alek antes de salir de esa casa, pero hay algo que no me deja de dar vueltas y no consigo saber que es.
Paramos unas calles antes del motel. No quería que supiera donde me alojaba. Me abre la puerta, nada más salgo, cierra la puerta y se apoya de espaldas contra ella.
—Ha sido un viaje muy interesante— suspiro.
—Una pena que llegue a su fin— me mira sin dudas, como desafiante— Bueno, podríamos vernos otra vez— me sugiere.
—Claro— es lo único que digo, no muy convencida— Te paso mi número de móvil.
Después de eso nos despedimos con un apretón de manos. Subo a mi habitación y me doy una ducha.
Las losas pasan de blanco a rojo, pensar que es de otra persona, ni me gusta ni me disgusta, realmente me da igual. Escucho la puerta principal abrirse y me visto en el baño antes de salir.
Ninguno habla, sabemos lo que tenemos que hacer y lo hacemos rápido y en silencio. Bajamos la maleta y subimos a un avión en primera clase. Esperar a que llegase el Jet iba a ser un caos y muy incómodo, así que mejor así.
No hablamos en ningún momento, no nos miramos, ya que mientras yo tengo la mirada perdida en la ventana, él la tiene en un libro. Sé que más que leer, estará pensando como yo lo hago.
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Superstición Keinox
RomanceDespués de todo lo ocurrido con Hera Keinox, llega un estado de calma, en el que nadie ataca a nadie. Por ahora, sin embargo como todo llega, todo se va incluida la calma. La pesadilla de Hera se vuelve realidad, teniendo una hija que es peor que el...